Nunca cae mal poder elegir entre distintos tipos de habitaciones o suites (más aún cuando se está en un lugar paradisiaco y con un gran servicio).
Y si a esto le sumamos dos enormes piscinas, 12 experiencias gastronómicas, splash pool, anfiteatro, zonas especiales para niños y adolescentes, estamos del otro lado.
Así fue conocer el nuevo Hilton Cancun All-inclusive Resort, ubicado a solo 20 minutos del aeropuerto en medio de una reserva natural de manglares a la que se llega por medio de una carretera privada.
Lo primero que hicimos fue instalarnos en nuestra habitación frente al mar, desde donde se puede apreciar la segunda barrera de coral más grande del mundo que nace unos cuantos kilómetros al norte de donde nos encontrábamos y se extiende hasta el sur, más allá de los límites con Belice.
Nuestro itinerario marcaba una cena especial en La Luce, uno de sus restaurantes más destacados, así que como era temprano optamos por un snack en la cafetería junto al lobby después de una visita de reconocimiento a la playa.
Ya en la noche llegamos a la trattoria mediterránea para disfrutar de su variedad de pizzas a la leña, carnes, pastas y garrafas de vino. Lo mejor fueron los postres, entre ellos una pera horneada con queso que tuvimos que repetir.
A la mañana siguiente nos lanzamos a desayunar en su extenso buffet. Hay de todo, pero la fruta, los quesos y el tocino dorado fueron nuestros favoritos, aunque tuvimos que limitarnos un poco para poder disfrutar al 100% de las piscinas y el club de playa.
Comimos también en la zona de la alberca, de la que salimos hasta que el sol se escondió, así que nos lanzamos a descansar un poco porque había que visitar el restaurante Maxal para la cena de despedida. Este lugar es un verdadero recorrido por las distintas zonas gastronómicas de México, como Puebla, Oaxaca y Yucatán.
Al día siguiente desayunamos, visitamos de nuevo la playa y las piscinas, para después despedirnos de este hotel, que marca el regreso de Hilton a México, después de 10 años de ausencia.
