Platícanos Vicente, ¿cómo empezó todo?
Antes de estudiar en La Esmeralda estuve un tiempo en Estados Unidos, eso fue lo que me impulsó a dedicarme al cartooning y a las bellas artes, cuando regresé a México a estudiar, empecé a “picar piedra” como todos los artistas, algo difícil y sobre todo en una época en la que nos decían que los artistas nos íbamos a morir de hambre.
Afortunadamente vengo de una familia que me apoyó. Por un tiempo me dediqué a hacer otras cosas, como el deporte profesional o a escribir en el Reforma, aún así, nunca dejé de pintar. En 1999 me di cuenta de que eso era lo mío y me animé a hacer una explosión en una galería.
Me fue espectacular y en ese momento empecé a creérmela, envié proyectos a Estados Unidos, a diferentes ferias y sitios y bueno, han pasado 23 años desde entonces.
¿Cuál es la técnica con la que más te gusta trabajar?
De repente me meto al óleo, pero en realidad lo que me gusta son las cosas más simples; me encanta jugar con los papeles de diferentes tipos (japoneses, finos, chinos, incluso algunos que ya no existen como papeles de teléfono). Últimamente me llama más la acuarela, el wash, algo de acrílico y obviamente el grabado (mi primer amor).
¿Qué te inspira al crear tus obras?
Me inspiran las grandes ciudades, la civilización, un edificio, la creación y creatividad humana que representa.
Entonces, ¿tu arte tiene que ver con espacios físicos?
No siempre, pero la mayoría acaba estando relacionado porque normalmente mi arte tiene que ver con mis grandes pasiones en esta vida como las largas caminatas, los recuerdos de mis esfuerzos cuando competía, todo eso lo traslado a mis series. Trabajo por series, ahí es donde se plasman mis influencias como artista: el cine y los cómics.
Por ejemplo, a veces para crear ciertos proyectos hago caminatas de 12 horas sin parar en diversas ciudades del mundo como Londres, Paris, Nueva York y trato de encontrar la belleza en cosas muy cotidianas.