Es el momento de Alberto Guerra y tenemos que hablar de ello. Nació en La Habana, Cuba, pero lo sentimos mexicano porque, como dijo Chavela Vargas, nacemos donde nos da la rechingada gana. El propio Alberto nos lo confirma: “Me siento muy pero muy mexicano, este año cumplo 29 años en el país”.
En 2002, Telemundo le dio su primera oportunidad en la serie Vale todo, después lo vimos crecer actoralmente en varias telenovelas de TV Azteca y desde entonces no ha parado de trabajar hasta llegar a donde hoy está: Estelariza proyectos de alcance internacional, ocupa un lugar en los front rows más relevantes de la industria de la moda, está más guapo que nunca y hasta protagoniza portadas con la mismísima Madonna.
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Alberto Guerra está viviendo un sueño. El éxito de la serie Griselada, que estelarizó junto a Sofía Vergara para Netflix, le permitió mostrar de qué está hecho y lo catapultó a la fama internacional. Indudablemente, lo que está viviendo es un sueño, pero ese nunca fue el objetivo principal: “Lo que sí soñé desde que empecé a actuar fue tener acceso a personajes interesantes que me permitan disfrutarlos, explorarlos y trabajar con gente increíble y maravillosa con un interés genuino en contar historias que nos permitan profundizar en los seres humanos y tocar fibras. Agradezco tener la capacidad de tocar emocional e intelectualmente al público. Eso es un gran premio”.
Alberto siente a Griselda como un “regalo”, pero también es consciente de que fue solo la consecuencia lógica de años de trabajo, pues la serie de la legendaria narcotraficante colombiana “no existiría sin Narcos y Narcos no existiría sin Colosio ni Ingobernable y ninguno de sus proyectos recientes sin las novelas de hace muchos años”.
Y hablando del pasado, Alberto ya no se parece mucho al joven que vimos en las telenovelas, ni tampoco al de El señor de los Cielos, a sus 41 ha madurado y ello le ha traído aprendizajes. “Ahora asumo la responsabilidad de mis errores, sé que el ego puede ser tu aliado si lo sabes controlar y he aprendido que no sé tanto como creo que sé”.
El actor está agradecido con ese pasado que lo ha llevado a donde está hoy, pero también reconoce que hubo momentos en los que hizo proyectos que no lo satisfacían del todo: “En algún momento de mi vida me sentí estancado y sentí que no pertenecía a ese lugar, pero uno también tiene que pagar renta, también tiene que comer y no hay absolutamente nada más digno que poder trabajar en lo que haya para poner comida en la mesa de tus hijos”.
Hoy, afortunadamente, tiene la posibilidad de escoger con mayor madurez y conveniencia sus proyectos y lo ha hecho bien, pues los últimos han tenido gran éxito. Además de Griselda, estelarizó Accidente, producción mexicana que se convirtió en la más vista a nivel mundial en su semana de estreno en Netflix.
Su bromance con Andi Baiz
En varios de estos proyectos ha sido dirigido por el colombiano Andrés Baiz, quien descubrió su potencial y lo ha incluido en sus últimos trabajos (Narcos y Griselda), el más reciente Pimpinero: Sangre y Gasolina, que se estrena en México este noviembre en Prime Video. De hecho, de su relación laboral nació una amistad que, seguramente, perdurará para toda la vida porque ambos se motivan a salir de sus zonas de confort.
“Nos adoramos porque hemos pasado muchísimo tiempo juntos. Los meses que uno pasa en un proyecto tan cercano y de una forma tan expuesta emocionalmente con un director pueden acercarte o alejarte. Cuando empiezas a trabajar con un director no tienes idea de cómo va a acabar la cosa, puede acabar muy mal o puede acabar tan bien como esto. Andi y yo sabemos que llevamos tres proyectos y vamos a hacer más en la vida porque nos picamos las costillas para sacarnos de nuestra zona de confort el uno al otro. Nos confrontamos con nosotros mismos. Tenemos el mismo gusto por la filosofía y la psicología que envuelve la complejidad del ser humano. Acceder a todos los rincones emocionales de un personaje es bien complejo y no todos los directores están dispuestos a hacer y Andi sí, y no todos los actores están dispuestos tampoco, y yo sí. Hay un proceso estructuradamente caótico en la manera en la que trabajamos”.
Esta apertura que le ha dado Andi, lo ha llevado, incluso, a pensar más seriamente en dirigir. De hecho, nos confesó, como primicia, que disfruta escribir guiones y pronto podríamos verlo dirigiendo.
¿Qué sigue para él? La pregunta obligada: ¿Ha soñado con tener un Oscar en las manos y ha ensayado su speech frente al espejo? “Sí puedes soñar con ganar un Oscar a lo mejor, pero para mí los sueños tienen mucho más que ver con acompañar los años y la madurez con personajes que reflejen lo que voy viviendo. Te diría que probablemente ganar una Oscar era más importante para mí cuando estaba empezando mi carrera, a los 17, 18. Ahora cualquier premio es agradecido y bienvenido, y más cuando viene acompañado del reconocimiento del público, ese es el más valioso. El reconocimiento del público no necesita una estatuilla”.
Alberto Guerra, loco por Zuria Vega
El camino no ha sido fácil, pero en todo momento lo ha recorrido de la mano de Zuria Vega, su esposa desde hace 10 años y con quien ha hecho una mancuerna que los ha llevado a crecer tanto personal como profesionalmente. Y cuando nos habla de ella no nos queda duda de que se derrite de amor y admiración por la también actriz.
“Hoy te puedo decir que estoy infinitamente mucho más enamorado que cuando empezamos, mucho más que cuando nos casamos, que cuando tuvimos a Lúa o incluso a Luka (sus hijos), porque me fascina cómo funciona la mente de esa mujer, me fascina cuando la veo descubriendo una nueva forma de pensar sobre la vida, sobre sí misma y sobre la feminidad, la masculinidad y la paternidad y sobre todos los temas que nos involucran a los dos, que son todos básicamente. No existe un punto de mi vida que no esté relacionado directamente con Zuria. Es mi soporte en absolutamente todo y de ella es el primer consejo que escucho con respecto a lo que sea. Es la persona a la que estoy más abierto cuando me dice ‘La estás cagando’, es la persona con la que he ido aprendiendo a dejar de lado el ego, la soberbia y muchas otras cosas que estorban para aceptar sus regaños, sus halagos y tratar de verme a través de sus ojos. Es muy bonito el amor cuando logras verte a través de los ojos del otro porque entonces te enamoras de ti mismo también y te ves a ti mismo de una manera mucho más amorosa y cariñosa, y dejas de ser tan duro. Cuando soy muy duro conmigo mismo hablo con Zuria, entonces me doy cuenta de todas estas cosas que ella ve en mí y trato de verlas yo también y eso me ayuda a estar en paz conmigo.Y cuando la persona con la que estás hace que te quieras más a ti mismo, es ahí, ahí quédate”.
La forma en la que el cubano se expresa de su esposa, nos lleva a preguntarle cuál es la clave para llegar a ese punto en una relación y la tiene bien clara: “Es saber que todo cambia y que constantemente nos estamos enamorando y reenamorando de la persona que tenemos enfrente. Zuria no es la que conocí y yo definitivamente no soy la misma persona que era hace 11 años. Hemos ido creciendo juntos, hemos ido admirando al otro juntos. Hemos ido entendiendo la vida de la misma manera en muchas cosas y muy distinta en muchas otras, pero siempre entendiendo que, aunque sea muy distinto nuestro punto de vista, se puede convivir y coexistir. Y ese es el respeto. Está más que implícito el respeto humano y físico que tenemos por el otro, no rebasar ciertos límites donde uno le puede hacer un daño irreparable a la otra persona. Eso es algo que deberíamos tener todas las parejas, nosotros tenemos un respeto muy profundo por quién quiere ser la otra persona, en quién se está convirtiendo, cómo va cambiando su mente. Eso es, yo creo que uno de los más grandes aciertos es que siempre hemos estado abiertos y receptivos a dejar que el otro sea quien quiere ser y que se convierta en quien se quiera convertir. Y seguir acompañando y enamorando al otro”.
Alberto Guerra, el papá
Alberto solo tiene halagos para su esposa, nos confiesa que es su fan número uno y que siempre está esperando su próximo estreno para ir al cine o prender la tele. Sin embargo, también son socios en la paternidad de Lúa, de siete años, y Luka, de cinco, y él también trabaja en ser un buen padre y darles a sus hijos el ejemplo de la realización personal como método para ser felices: “Mis hijos saben que amo lo que hago y saben que su madre ama lo que hace y entienden que esas son las cosas que vale la pena pelear. Van a crecer habiendo visto a sus dos padres buscar sus sueños y metas”.
Sobre los largos periodos fuera de casa por trabajo, Alberto nos detalla que ha ido calenzarizando su vida para tener al menos cuatro meses al año dedicados cien por ciento a ellos. En esos días cálidos los levanta, les hace el desayuno, los lleva a la escuela, hace la tarea con ellos y también los regaña cuando es necesario.
Alberto Guerra y Madonna
Y qué piensa ese mujerón que nos describe de este momento que Alberto vive, de esta viralidad que protagoniza. ¿Ella le pone los pies en la Tierra? La respuesta nos sorprende: “No, es al revés”.
“Zuria es la persona que más me impulsa a salir de mi zona de confort”, tanto así que fue ella quien lo convenció de que aceptara la propuesta de protagonizar con Madonna la portada de la edición de abril de la revista Re-Edition de la que todo mundo habló. “Fue la primera que me dijo ‘Pero por supuesto que lo vas a hacer’”.
“Cuando yo dudaba en un principio si debería hacer las fotos o no, Zuria me dijo ‘Por supuesto que las tienes que hacer solo por conocerla, solo por poder tener la experiencia y decir ‘Yo intercambié ideas con Madonna’ y si después ya te creas una amistad con ella, mejor aún’. Zuria sabe que yo disfruto de las mentes y es la que usualmente me está empujando a que haga cosas con las que a lo mejor no estaría del todo cómodo, como los eventos de moda, pero ella busca que yo me sienta cómodo y me las aplaude”.
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Sobre ese encuentro con la Reina del pop que tanta especulación (y envidia) generó, Alberto nos contó, en exclusiva, todos los detalles: “Madonna es un regalo, poder escucharla hablar de música es un regalo, que te pregunte sobre cine e intercambiar ideas tambiñen lo es”.
“Lo primero que me dijo fue ‘Gracias por aceptar hacer las fotos y venir a Texas’, la respuesta más humana. Me di cuenta de la normalidad de esas personas que podriamos llamar ‘exitosas’ a niveles muy grandes y de lo dificil que es para el resto de nosotros intentar entenderlas. No tenemos ni idea de cómo son esas personas que a veces idolatramos. Pude ver que, incluso, en un ser humano que ha influenciado tanto al mundo como Madonna existe apertura, empatía y humildad, que pensamos muchas cosas igual de la vida, que conoció a mi mujer, que conocí a sus hijos, que intercambiamos una conversación normal con otro ser humano. Te das cuenta de que por más que un ser humano logre hacer tanto en esta vida no deja de ser un ser humano. Para mí es un gran placer en la vida conocer a la gente, fue sumamente interesante poder intercambiar ideas y conocer a una persona que cambió por décadas enteras el pensamiento a través de la música, que ha sido una influencia tan importante con la que puedes hablar de poesía, de cine, de hijos, de la vida, de muchas cosas, de los errores, de aprender… es algo que yo disfruto”.
¿Tienes su whats, podrías decir que eres su amigo? (Risas) “Eso me lo guardo para mí (risas)… Sí hay… No sé si hay una amistad ya porque las amistades se construyen. Evidentemente al paso de los años, uno va tejiendo una relación con alguien y vas construyendo una amistad, pero te podría decir que, por lo menos de mi parte y creo que de parte de ella, hay un interés y no nada más es con ella, cuando se empieza a tener amistad con alguien, se empieza a tener contacto con sus hijos, con su esposa… son cosas naturales en el relacionamiento humano”.
Lo mismo le pasó en el desfile de Dolce & Gabbana en el pasado Milan Fashion Week, en el que precisamente acompañó a Madonna y al que decidió ir también por influencia de su esposa. De ese momento agradece el poder haber podido esuchar a Domenico Dolce y Stefano Gabbana “hablar de la moda en los años ochenta, cuando ellos empezaron, de la evolución de la estética, de la evolución de muchas cosas, pero también escucharlos hablar de su relación, de cómo evolucionaron ellos como seres humanos”.
Ademas, nos confiesa el placer de compartir la mesa o de echarse un cigarro con Stefano Gabbana mientras te habla de la vida misma. “A veces idealizamos y creemos ‘Están hablando de que van a conquistar el mundo’ y no, no van a conquistar el mundo, su plática es mucho más terrenal, de una uña enterrada o de una alergia a los gatos, da igual”.
Alberto Guerra para rato
Aunque no puede darnos muchos detalles, el actor nos adelanta que se viene un 2025 lleno de estrenos. Y prepárense, en dos de ellos lo veremos haciendo cosas muy distintas a lo que ha hecho hasta ahora, una de ellas es una serie que veremos en Netflix y el otro, del que prefiere no dar detalles, lo está rodando al otro lado del mundo: en Tokio.
Mientras llega el próximo año, nos invita a ver Pimpinero: Sangre y Gasolina, en la que comparte créditos con otros dos muy queridos: Juanes y Alejandro Speitzer. No le pierdan la pista porque, no hay duda, es un tazo dorado.