Josh Hartnett se convirtió en una de las estrellas más cotizadas del mundo del cine a finales de los años noventa y principios de los 2000, pero decidió alejarse de Hollywood para centrarse en proyectos independientes y, sobre todo, para cuidar su cordura, ya que la presión de la industria había comenzado a pasarle factura a su salud mental.
Ahora, bajo la dirección de M. Night Shyamalan (y después de ser parte del elenco multiestelar de Oppenheimer) regresa a la Meca del Cine con una película que promete: el thriller psicológico La trampa, en el que interpreta a un aparentemente normal padre de familia que, en el fondo, esconde un terrible secreto.