Naomi Campbell aparece en la portada de mayo de la revista Vogue acompañada de un gato de ojos azules y pelo blanco, se trata de quien fuera la mascota de Karl Lagerfeld, Choupette.
La revista de moda le hizo un homenaje al fallecido diseñador, así que la participación de su gata Choupette fue muy oportuna.
En su momento, la gata se convirtió en una celebridad gracias a las campañas publicitarias y las fotos con grandes figuras de la industria de la moda, desde Kendall Jenner a Linda Evangelista, y la adoración con la que el creativo de Chanel hablaba de ella en público.
Desde su muerte no se había sabido demasiado sobre su paradero, más allá de que había quedado al cuidado de Françoise, una de las dos ‘niñeras’ que se ocupaban de cuidarla.
Pero parece que volveremos a verla muy pronto. El manager de la gata -sí, tiene uno- confirmó que recibió una invitación para la gala del Met porque este año el exclusivo evento rendirá homenaje al Kaiser de la moda. Si irá o no ya es otra cuestión.
Choupette apareció por sorpresa en la vida de Karl Lagerfeld cuando su amigo íntimo y protegido, Baptiste Giabiconi, le pidió que la cuidara unos días.
El diseñador se encariñó de ella, no la dejó ir y Giabiconi tuvo que buscarse otro gato. Lagerfeld sabía que en ocasiones podía resultar ridículo al tratarla como si fuera un bebé, y no le importaba en lo más mínimo.
También aseguró en varias ocasiones que había incluido a Choupette en su testamento y sería su principal heredera, aunque finalmente no fue así. Giabiconi lo confirmó en una entrevista al programa francés Sept à huit de la cadena TF1, en la que afirmó que él era el principal beneficiario del patrimonio de Lagerfeld, que incluía "propiedades inmobiliarias, obras de arte, sociedades, mobiliario".
En cualquier caso, las necesidades de Choupette estaban cubiertas. Su dueño nunca gastó el dinero que la gata ganó con su trabajo publicitario y lo guardó para que ella contara con su propia fortuna pasara lo que pasara.
Parte de la popularidad de la que Choupette tenía hace unos años se debía a una cuenta de Instagram en clave de parodia y bautizada como Choupette’s Diary, que documentaba su extravagante estilo de vida utilizando fotografías suyas publicadas por terceros.
La idea surgió de una neoyorquina llamada Ashley Tschudin que emprendió esa aventura por su propia cuenta, pero que muy pronto consiguió el permiso del Káiser según crecía su número de seguidores.
Tras la muerte del diseñador, su nueva dueña Françoise no veía con buenos ojos que otra persona controlara su imagen en las redes sociales y decidió abrir otra cuenta -@choupetteofficiel- que maneja ella misma.
