Recién llegado de París, donde disfrutó de las fiestas navideñas con sus hijos, el premio Nobel de Literatura fue abordado por los periodistas a su salida del aeropuerto de Madrid, para tratar de averiguar cómo se encuentra y, sobre todo, descubrir de primera mano algunos detalles sobre la separación.
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"Me encuentro muy bien", le declaró a los reporteros antes de hacer suyas las palabras pronunciadas por la socialité en el comunicado en el que anunció el fin de su relación sentimental, de casi ocho años, por acuerdo mutuo.
En lo que a las causas del fin de su romance se refiere, el autor peruano no quiso entrar en detalles sobre los rumores de sus supuestos celos o los que apuntaban a la incompatibilidad de sus personalidades.
"Los motivos de la ruptura no existen", sentenció Vargas Llosa cuando los periodistas sacaron el tema a relucir. Fuentes de su entorno revelaron recientemente al diario El País que el literato no se sentía nada cómodo con la faceta aparentemente más frívola de la Isabel, incluidas sus breves apariciones en la serie documental protagonizada por Tamara Falcó, hija de la celebridad, para la plataforma Netflix.
Por otro lado, desde el círculo más íntimo de Isabel se llegó a decir que el detonante de la ruptura fue una fuerte discusión, que ocurrió a mediados de diciembre, que giraba en torno a un misterioso hombre con el que la mamá de Enrique Iglesias mantenía una buena amistad.
Se trataría de una nueva muestra de los "celos infundados" que habrían marcado buena parte de la relación y de los que habría acabado hartándose Isabel. Sea como fuera, Mario Vargas Llosa abandonó la mansión que Isabel Preysler tiene en el madrileño distrito de Puerta del Hierro y regresó a su departamento, ya de forma definitiva, poco antes de la Nochebuena.
Meses atrás, y ante la frecuencia con la que el escritor entraba y salía del lugar, la prensa española empezó a especular sobre una posible crisis de pareja, hipótesis que fue rápidamente rechazada por el propio Mario al asegurar que sus hijos se alojaban en el inmueble durante sus visitas a la ciudad y que, además, era allí donde guardaba algunos de sus libros más preciados.