Las especulaciones sobre los motivos de la separación no se hicieron esperar y la revista española ¡Hola! apuntó los últimos días de 2022 que “celos infundados” del escritor detonaron el fin de la relación.
En medio del revuelo que generó la noticia, fuentes cercanas a la pareja revelaron al periódico El País, las verdaderas razones de la insospechada separación.
En el círculo del escritor describen a la pareja como “dos personas de mundos muy distintos” y aseguraron al medio que hay dos grandes detonantes de la ruptura: La primera, las discrepancias en sus intereses y estilos de vida, la falta de planes en común. “Eran incompatibles. A él le interesa la cultura y a ella el espectáculo. Hay un abismo entre ambos”. La segunda es más una impresión. “Él ya parecía sentirse incómodo viendo su imagen convertida en un adorno, en un reclamo para fiestas, eventos y hasta para el documental de la hija de Isabel, Tamara Falcó”, publica el periodista Martín Bianchi.
Según el autor del artículo, el mismo Mario dejó ver estas diferencias en intereses y su incomodidad con ellas en el cuento Los vientos, con tintes autobiográficos, que publicó en Letras Libres en 2021.
“Todas las noches, parece mentira, desde que cometí la locura de abandonar a mi mujer, pienso en ella y me asaltan los remordimientos. Creo que solo una cosa hice mal en la vida: abandonar a Carmencita por una mujer que no valía la pena (…) Todas las noches pienso en ella y le pido perdón”, se lee en el texto.
No es coincidencia que el nombre completo de su prima y ex esposa sea Carmen Patricia Llosa.
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“Ya me olvidé del nombre de aquella mujer por la que abandoné a Carmencita. Nunca la quise. Fue un enamoramiento violento y pasajero, una de esas locuras que revientan una vida. Por hacer lo que hice, mi vida se reventó y ya nunca más fui feliz (…) Fue un enamoramiento de la pichula, no del corazón. De esa pichula que ya no me sirve para nada, salvo para hacer pipí”, continúa el escritor.
Otra presunta pista de su infelicidad en su relación con Isabel estaría en el mismo texto, justo en la parte en la que critica la frivolidad del medio social y farandulero.
“Es imposible gozar de un concierto, o de una ópera y hasta de una comedia ligera, rodeado de gente que no hace más que teclear o acariciar las tabletas que tienen bajo los ojos (…) A veces pienso que, sin darme cuenta, lo que ocurre a mi alrededor me va contaminando a mí también y ya no sé realmente distinguir entre lo que es cultura y eso que hace sus veces en el mundo disparatado en que ahora vivimos”.