Aunque hoy Andrea Legarreta disfruta de los resultados por trabajar ininterrumpidamente desde hace más de 40 años, hace tiempo padeció de algunas carencias económicas, aunque nunca se dio cuenta gracias a que sus papás hicieron magia en los momentos más importantes de su vida.
En la víspera de la Navidad, la conductora estelar del programa de televisión Hoy compartió en exclusiva con Quién una de las anécdotas más bonitas que guarda de esta temporada. Tiene que ver con su niñez y con la llegada de Santa Claus.
Publicidad
Andrea Legarreta siempre quiso una casa de la Barbie
Platicó que, como cualquier niña, hubo un tiempo en que anhelaba la casa de la Barbie. Cada Navidad le pedía a Santa Claus ese regalo pero por una u otra razón, Papá Noel no se lo traía. No obstante, ella nunca dejó de insistir con la esperanza de que algún día podría jugar con sus muñecas en ese espacio maravilloso.
“Mi mamá me decía que Santa Claus a veces no puede llevar regalos a todos y que seguramente quería traerme la casa, pero no podía… hasta que ese día llegó. Bajé las escaleras y me encontré con una casita de madera, de dos pisos, pintada, con alfombras, amueblada, con ventanas, chimenea y tapices. En ese momento supe que Santa Claus la había hecho con sus manos”, platicó en entrevista.
Dijo que esa casita no se parecía a la que anunciaban en la tele, “pero era tan hermosa que la vi más bonita que cualquier otra y me emocioné mucho”.
Ese recuerdo aún le conmueve mucho a Andrea Legarreta, tanto, que comenzó a llorar al tiempo de relatárnoslo. “Han transcurrido muchos años de eso, pero me emociona mucho revivirlo porque es algo que agradezco y agradeceré toda mi vida”.
Publicidad
Un eterno agradecimiento a sus papás
“En esa época había carencias en casa. Hoy no es lo mismo porque Erik y yo no hemos parado de trabajar, somos una familia de trabajo desde que éramos chiquitos y eso nos hace valorar todo lo que tenemos, todo lo que llevamos a nuestra casa, cada viaje que hacemos, cada cosa que logramos. A todo le damos un valor importante porque así nos enseñaron nuestros papás”, destacó.
A ellos, Isabel Martínez y Juan Legarreta, sus papás, les estará profundamente agradecida por haber hecho magia en cada Navidad y por convertirla en la niña más feliz del mundo.
“Aunque había carencias, yo jamás me di cuenta porque ellos trataban de darnos lo mejor. Ahora lo valoro y lo aprecio muchísimo, tengo un amor enorme por mis padres que, gracias a Dios, tengo con salud y con eso, ya tengo mucho que agradecerle a la vida.