Sam Worthington, quien saltó a la fama en 2009 por su papel en Avatar —aventura que retoma 13 años más tarde en la esperada secuela The Way of Water—, recordó su faceta más vulnerable al hablar abiertamente de sus problemas con el alcohol y de cómo su conducta estuvo a punto de arruinar su matrimonio con su esposa Lara, mamá de sus hijos Rocket y Racer.
Así superó el protagonista de 'Avatar' su adicción al alcohol
En entrevista con la revista Variety, el australiano aceptó que bebió de forma constante y progresiva, por lo que no fue consciente de que estaba desarrollando una adicción ni siquiera cuando empezó a tomar desde en la mañana. Por desgracia, Worthington necesitaba evadirse de una realidad personal que rechazaba y le angustiaba.
"Es que no podía verlo, pensaba que era normal. El caso es que no me gustaba a mí mismo, y beber me ayudaba a sobrellevar el día. Creo que, de 10 personas, nueve tampoco podían notarlo. Quizá alguno podía olerlo en mí, pero cuando me miraban, veían a un tipo normal que seguía haciendo su trabajo, y que además lo hacía bastante bien", explicó Sam.
Worthington, en su conversación con la revista, también reveló que, antes de tomar vuelos de corta duración, consumía hasta cinco copas de champán para aplacar los nervios. Fue su esposa, con quien se casó en 2014, quien decidió tomar cartas en el asunto para cortar esta dinámica de raíz, y lo hizo por medio de un ultimátum.
"Me lo dijo con amor, sin enfado o decepción. Me dijo que yo podía hacer lo que quisiera, pero que ella no estaba dispuesta a seguir aguantándolo. Me salvó del precipicio", recordó Sam muy conmovido.
Uno de los principales efectos de su abuso, como confesó el artista de 46 años, es que le convertían en un hombre "petulante" y "beligerante", pero jamás hicieron de él una persona agresiva o demasiado cruel con sus seres queridos.
"Era como una especie de borracho emocional. Cuanto más bebía, más sensible me ponía y me comportaba de forma errática. No creo que fuera cruel, pero sí me volvía algo petulante y beligerante, todo lo discutía", comentó Worthington antes de culpar, en parte, a la cultura australiana por su negativa inicial a admitir su dependencia y buscar ayuda profesional.