Entrevista: Karla Souza y Azul Almazán unen sus historias en 'La caída'

Cuando la deportista tenía 19 años (en 2001), dio a conocer, a través de una carta (Yo acuso), que ella y otras de sus compañeras fueron acosadas por su entrenador. “Cuando decidimos, junto con otras mujeres, alzar la voz en 2018, mediáticamente se volvió una cosa morbosa y amarillista, que no era lo que queríamos, pero usamos ese momento para inyectarlo al arte, sabiendo que era necesario contar esta historia, porque veíamos la necesidad tan grande que había de empatizar con las sobrevivientes”, nos platica Karla Souza.

Fue por una coincidencia que en 2012, la actriz se encontró con un reportaje que le hicieron a la clavadista Paola Espinoza. Ahí empezó a leer sobre el mundo de los clavados y todo lo que éste conlleva. Gracias a esa investigación conoció una historia que iba más allá de los entrenamientos físicos, el cansancio y las plataformas de clavados. “Me topé con la carta tan poderosa que escribió Azul y con su historia. Para mí, su camino era el de una heroína. Quería celebrar lo que ella había logrado. Azul lo hizo con tanta valentía y claridad que cuando la conocí, fue una mentora para no tener miedo y poder nombrar lo que he vivido en mi vida y en mi carrera. Es un proceso que aprendí con ella: el poder perdonar y soltar”, afirma la actriz.

La caída cuenta la historia de Mariel (Souza), una clavadista veterana que desbloquea recuerdos del acoso que vivió por parte de su entrenador cuando Nadia (Dèja Ebergenyi), una joven de 14 años, se convierte en su pareja de clavados. Aunque el resultado es extraordinario y muestra matices en una historia compleja, el proceso para Azul y Karla no fue fácil. “Es algo que estaba muy estigmatizado y que dolía mucho tocarlo. Aceptar hacer esta película fue muy sanador, tuve que remover un pasado que, aunque ya estaba enterrado, no había sanado. Me acuerdo que cuando hablaba del tema, se me salían las lágrimas y tenía que parar. No se trata de regresar al pasado para señalar sino para ver qué podemos hacer ahora, para ayudar a que no se quede como una historia sino multiplicarla por las millones de mujeres que pasan por lo mismo, en diferentes circunstancias y ámbitos. Entonces me tuve que abrir para que las demás vean y se identifiquen”, revela Azul Almazán.

“No se trata de regresar al pasado para señalar, sino para ver qué podemos hacer ahora para ayudar”. -Azul Almazán

“En el deporte, si no ganas, no existes, pierdes toda tu vida, no hay espacio para el fracaso y eso es lo que silencia más estos casos”, cuenta Almazán. Y es que este proyecto dignifica el camino de las sobrevivientes, pero también invita a empatizar con el mundo de los deportistas y todo lo que conlleva. “Cuando escribíamos el final de la película era importante porque, como deportistas, nadie creía que se escogieran primero a sí mismos que a su deporte. Me acuerdo que hubo mucho ir y venir con todo el mundo y estábamos muy nerviosos con el final. Al mes, la gimnasta Simone Biles optó por no competir en los Juegos Olímpicos, y eso era algo que nos importaba mucho: mover emociones y hacer que la gente pudiera entender más el mundo y el por qué suceden estas cosas para que, como sociedad, podamos identificar y prevenir estos patrones”, complementa Souza.

“De aquí para adelante es otra vida y me causa mucho orgullo. Yo ya puedo hablar de esto sin dolor en mi corazón, sin que me tiemble la voz”, con esa la exclavadista. Con esta determinación, ella y Karla nos cuentan que entre sus planes está competir en el másters de adultos de clavados como pareja de sincronizados y seguir sumando voces para que se resten los casos de abusos de poder y género.