A principios de esta semana, el propietario del mencionado establecimiento, Keith McNally, reveló en sus redes sociales que el intérprete británico tenía vetada la entrada a su restaurante debido a una serie de incidentes que habrían sacado a relucir el lado más grosero y maleducado del cómico.
Según su versión de los hechos, Corden se habría propasado con gerentes y camareros en sus dos últimas visitas al local, exigiendo bebidas gratis tras encontrar un pelo en una de ellas o amenazando con destruir la reputación de Balthazar debido a la calidad de la tortilla que había pedido su esposa, Julia Carey.
Solo unas horas después, McNally anunció que Corden se había puesto en contacto con él para disculparse "profundamente" por su conducta, lo que había llevado al hostelero a levantar la prohibición y, desde la generosidad y la compasión, darle una segunda oportunidad al cómico, a quien se había referido como un "pequeño cretino" en su anterior mensaje. Sin embargo, en las escasas declaraciones que acaba de dar al respecto, no parece que el actor inglés se arrepienta en absoluto de la actitud que tuvo en Balthazar.