En cuestión de solo unas horas, el presentador James Corden pasó de ser vetado por el restaurante Balthazar, uno de los establecimientos más exclusivos del SoHo neoyorquino, a disponer de una "segunda oportunidad" que le brindó el dueño del distinguido establecimiento, Keith McNally, después de que el también actor se disculpara por su conducta.
En un principio, McNally generó un gran revuelo en su cuenta de Instagram al referirse al británico como un "pequeño cretino", después de que este se comportara de forma "abusiva" y arrogante en una de sus últimas visitas al restaurante.