Jamie Spears tendrá que sentarse de nuevo ante un juez para aclarar algunos de los aspectos más polémicos de la tutela judicial de su hija Britney Spears, un mecanismo de supuesta protección que él gestionó durante 13 años, antes de que la propia justicia le quitara sus funciones y, eventualmente, pusiera fin al particular calvario de la princesa del pop.
Entre los argumentos que contribuyeron a tumbar ese periodo de tutela, destacaban las acusaciones de que Jamie Spears había hecho un uso fraudulento e interesado del patrimonio económico de la diva, así como otras ligadas a las medidas abusivas y denigrantes que supuestamente había puesto en marcha para tenerla controlada en todo momento.