Cuando tenía sólo 13 años, Sophie Turner fue elegida para interpretar a Sansa Stark en la exitosa serie de HBO, Game of thrones y aunque su interpretación fue majestuosa, las críticas a su apariencia física fueron devastadoras, al grado de ocasionarle algunos problemas alimenticios.
En 2019, la actriz inglesa reveló a The Sunday Times que a esa edad se obsesionó tanto con su aspecto, que casi no comió durante un año, provocando graves daños a procesos biológicos como la menstruación.