No la odiamos por ser bonita, ¡nos encanta!, así que no tenemos la menor duda de que si vuelve a participar en un concurso como Nuestra Belleza, lo gana porque lo gana. Platicamos con la tapatía más guapa de Miami, durante su más reciente visita a México, para el lanzamiento de la colección de tintes de la que es embajadora.
Jacky es una reina en toda la extensión de la palabra, así que después de la presentación se dio un tiempo para hablar con nosotros. “No puedo pedirle más a la vida, con cinco niñas que son más de lo que siempre le pedí a la vida, porque sabía que quería ser mamá de muchos hijos, pero en mi mente no estaban cinco”, empieza la actriz.
Publicidad
¿Cómo describes tu vida en este momento? Me siento muy plena y muy bendecida. Estoy trabajando para Telemundo, una cadena que me ha tratado súper bien con proyectos inolvidables. Martín me está apoyando en este momento que tuve que venir a México.
¿Cómo le haces con una casa, un esposo y cinco hijas? Tengo la mejor maestra, que es mi mamá, que no tuvo cinco sino tres, pero que es una todologa que trata de estar bien con mi papá, con sus hijos y sus hermanas. Traigo esa escuela, aunque a veces tengo que sentarme, respirar profundamente y decir “No soy mi mamá”. Hay días en los que sí me quiero encerrar en baño, llorar tantito y respirar profundo, además está Martín, que vale por cuatro niños
¿Por qué dices eso de Martín, tu esposo? Porque es como un niño, pero no uno normal sino uno adicto a la adrenalina, como correr coches y demás. Ahorita se está graduando de piloto de aviones, así que de repente arma un plan con las niñas y tengo que ser yo el catalizador o la voz de la conciencia. No me quejo, eh, amo ser mamá (risas).
¿Qué es lo mejor de estos 10 años de casados? Nuestra familia porque mi casa está llena de risas, llantos, sombrerazos, carcajadas y diversión. Nunca te aburres porque es una fiesta, así que Martín y yo estamos muy orgullosos porque estamos enfocados en ellas, pero a veces nos escapamos a algún lugar para estar juntos. 15 días antes del Superbowl me dijo “Vámonos a Tampa al partido de americano”. Nos fuimos con su maestro piloto en una de las avionetas, llegamos, compramos los boletos, vimos el partido y nos regresamos.
Publicidad
¿Cómo logras verte tan bien con todo eso lo que nos has contado? Nada es lo mismo, pero tengo que decir que soy súper comelona, pero de comer bien, porque no soy de las que se comen donas, pero sí la comida mexicana. Trato de cuidarme y comer muy bien, pero de todo, así que tomo mis vitaminas para la energía, trato de dormir bien y relajarme, porque disfruto mucho el momento en el que todas mis hijas están dormidas. A veces, cuando Martín no está, ceno algo rico, me sirvo una copa de vino, le hablo a una amiga, veo una serie o leo un libro, pero la cosa es disfrutar, porque también disfruto levantarme temprano y cambiar a las niñas, peinarlas y llevarlas a la escuela. Voy a pilates y me doy mis masajes reductivos.
¿Qué etapa de matrimonio viven en este momento? Estamos en un momento de paz, serenidad y equilibrio. Yo por mí, vivo así siempre, pero con él no se puede. Quería un marido que no me aburriera y encontré el perfecto.
¿Qué debe tener un matrimonio para ser exitoso? ¡Hay Dios mío! Yo solo llevo 10. En mi experiencia es platicarlo todo, escoger tus batallas y no hacerla de tos por todo, sino porque lo que valga la pena, al principio yo no era así, pero ahora soy más relajada gracias a los años. También es importante despegarse de la dinámica de los hijos y encontrar momentos de parejas y reírnos mucho.
¿Qué eso que los complementa como pareja? Somos el equilibrio porque yo soy muy tranquila. Soy más flat y él es adrenalina, así que me ha ayudado mucho a relajarme un poco más y a fluir con la vida, porque yo soy mucho de planear y tener todo estructurado, pero él no, porque es impulsivo, arregla todo al momento o lo consigue al momento. Ya no me estreso tanto.
Publicidad
¿Cómo es Martín como papá? Es el mejor. No puede haber elegido mejor papá para mis hijas porque está al pendiente de todo y se preocupa por cada una de ellas, sobre todo si alguna se enferma, qué sé con él están en buenas manos. Más allá de proveer todo para sus hijas, es un papá muy presente que le gusta jugar con ellas, porque hasta se pone para que lo maquillen, pero también se las lleva a esquiar o a manejar el carrito de golf o la bici. Creo que cuando tengan novio, les va a aburrir porque no van a ser como su papá (risas).
Siempre te muestras muy equilibrada, ¿cómo lo logras? Hay días en los que me quiero encerrar, pero como te digo, somos seres humanos, pero soy una mujer que ve el vaso medio lleno y no medio vacío porque soy muy positiva y me enfoco en la luz. Rezo mucho, me encanta ir a misa con familia, soy de las que agradecen en las noches y hacen examen de conciencia en las cosas que no salieron tan bien.
¿Qué hay de los días en los que no te sientes tan bien y ni tan sexy? Pues digo “hoy no me voy a ver en el espejo” (risas). Todo es cuestión de actitud y no es como que quite el sueño, porque no me la paso frente al espejo todo el día. Tengo tantas cosas que hacer que créeme que cuando los jeans me aprietan le bajo a los carbohidratos y tomo más agua porque no somos perfectos, pero si algo nos preocupa, debemos ocuparnos en resolverlo, porque nada es mágico.
Hablando un poco del poder femenino, ¿qué le transmites a tus hijas en este sentido? Imagínate la responsabilidad que tenemos Martín y yo de educar a cinco niñas. Simplemente quiere que sean unas mujeres felices, porque una mujer feliz lo saca hasta por los poros, porque el objetivo de la vida es ser felices, no hay más, así que quiero que sonrían y que sean fuertes al enfrentar el fracaso, el dolor y los tropiezos, pero que salgan adelante. No nacimos siendo papás ni Martín ni yo, pero lo que sí tenemos claro es que queremos educarlas en el amor y con reglas. Todos los días les digo que las amo y las apapacho, aunque a las más grandes ya no les guste tanto.
¿Cómo es ser embajadora de una marca de belleza? Estoy feliz y agradecida con Kolestone y Wella porque aunque ya llevo varios años con ellos, son lo que me han animado a cambiar, porque me han sacado de mi cuadrito al ponerme de pelirroja, castaña, rubia o chocolates. Con ellos me he animado al cambio, y eso también se lo quiero transmitir a mi hijas.