'The Grammy Man' o cómo los gramófonos se fabrican en un tallercito
Este domingo se lleva acabo la 64 edición de los premios que entrega la NARAS y los encargados de crear el premio dorado son cuatro hombres en las montañas de Ridgway, Colorado.
A diferencia de las estatuillas del Oscar —que ya te dijimos que no la inspiró la silueta del mexicano Emilio El Indio Fernández— o la del Emmy Primetime, Daytime y Sports que se fabrican, la primera en Nueva York en un área "tan grande como un campo de futbol" y la segunda en una enorme instalación en Chicago, el gramófono es diferente.
John Billings, también conocido como The Grammy Man, es el encargado (al lado de su pequeño equipo en Billings Artworks) de crear año con año el premio que la National Academy of Recording Arts and Sciences (NARAS) entrega a lo mejor de la industria de la música. Este 2022 lo hará mañana.
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Alejados del glamour de La Gran Manzana o de La Ciudad de los Vientos, John y sus hombres trabajan en la ciudad montañosa de Ridgway, Colorado, en un pequeño taller los premios que los cantantes se llevan a casa después de las ceremonias del Grammy y del Latin Grammy.
La historia del "papá" de la estatuilla de la NARAS es igual de particular que el lugar en donde anualmente la realizan; Billings era un estudiante de odontología, en los años 80, al sur de California y aprendió lo que sabe de crear el gramófono de Bob Graves (desde 1976), quien desafortunadamente padecía una enfermedad terminal.
Antes de su muerte (1983), Bob le pidió a John que no dejara a la deriva su legado y como una especie de "herencia de amor" le encargó que siguiera con su tradición de hacer el premio. Billings no pudo negarse e incluso se mudó a Colorado, donde inició la compañía que artesanalmente le da forma al trofeo. Con todo el orgullo como dice su creador.
Cada Grammy que hacemos, en nuestras mentes, va a una superestrella, sabes que va a alguien que nos ha dado, a nuestras vidas, y ahora les estamos devolviendo. Somos una pequeña empresa en una pequeña tienda polvorienta, en un pequeño pueblo en las montañas, pero nuestro trabajo es reconocido en todo el mundo y le da la vuelta
John Billings, artesano
Entre arroyos con truchas, lagos turquesa y altos picos, ahí nace el gramófono, a John lo acompañan otros tres artesanos que modelan, martillan, pulen y ensamblan cada pieza dorada. A puño limpio, sin robots o líneas de montaje, sino con sus martillos que cuentan más de 100 años en su haber y toda la paciencia.
En el tallercito polvoso hay una habitación para las estatuillas que tienen "personalidad", ya que sólo los "perfectos" son enviados a la NARAS; una foto de Carlos Santana con varios Grammy en los brazos es la inspiración para saber que los artistas saben que su premio es realizado por otros artistas.
El gramófono ha cambiado con el tiempo, en la década de los 90 los ejecutivos le pidieron a Billings que lo rediseñara para que el brazo que está conectado a la campana, que se rompía fácilmente, fuera menos frágil. También pidieron que luciera más grande en televisión, por lo que aumentó su tamaño en un 30 por ciento.
El trabajo del equipo es de siete días a la semana porque, además del Grammy, los artesanos del taller se encargan también de crear los John R. Wooden Awards, que se otorgan a los jugadores de básquetbol universitarios masculinos y femeninos más destacados.
El gran secreto es que mañana y en todas las pasadas ceremonias del Grammy y Latin Grammy los afortunados ganadores se llevan lo que el creador llama "los dobles", ya que a la estatuilla final le tiene que grabar el nombre del triunfador o triunfadora y entonces se los regresa.
Uno de los gramófonos de colección de John es el que rompió Taylor Swift cuando se le cayó y al que le escribió un "¡Oops!", otro accidente fue el que sufrió Adele, cuando también "destruyó" su premio en el escenario, pero no hay de que preocuparse porque los artesanos están dispuestos a repararlos o renovarlos si ya están muy viejos.