Uno de los cambios más notables que se han producido en la vida de Adele en los últimos años, además de su transformación física que ella ha vinculado directamente a la angustia de divorciarse, es que la cantante ha comenzado a pasar cada vez más tiempo en Los Ángeles. Y es precisamente ahora, que disfruta las ventajas de haberse mudado de país.
Ni siquiera Adele puede permitirse la casa de sus sueños en Londres
La artista, de 33 años, que fue considerada en su día el arquetipo de chica del norte de Londres ha renunciado a la capital británica, que se negaba a abandonar a toda costa en los inicios de su carrera, debido en gran parte a los prohibitivos precios del mercado inmobiliario.
Para ser exactos, no es que Adele no tenga dinero suficiente para comprarse una casa en la ciudad, pero desde luego no podría pagar una que estuviera a la altura de sus tres mansiones estadounidenses.
"En Londres jamás podría permitirme el tipo de casa que tengo en Los Ángeles. Nunca", aseguró recientemente en sus declaraciones a la revista Vogue, donde ha comparado las ventajas que le ofrece cada lugar: en California puede disfrutar del buen clima durante casi todo el año en un jardín gigantesco y en Londres, pasaba la mayor parte del tiempo "dentro de un edificio o de un coche".
En total, Adele ha pagado desde 2016 una media de 30 millones de dólares por tres propiedades colindantes, con una vivienda principal en cada una de ellas, que suman una superficie total de más de mil seiscientos metros cuadrados.
En Londres resultaría casi imposible encontrar una casa en el centro que le ofreciera tanto espacio y, desde luego, competiría con otros compradores con fortunas mucho mayores que la suya a la hora de intentar comprarla.