Britney Spears, catapultada a la fama desde la adolescencia, sufrió en 2007 un colapso durante el cual se rasuró la cabeza y atacó el automóvil de un paparazzi en una estación de servicio. A raíz del incidente, la justicia la puso bajo una inusual tutela que otorga amplios poderes a su papá.
La artista rápidamente volvió al escenario, publicó tres discos, apareció en varios programas de televisión e incluso tomó residencia en Las Vegas. Pero en enero de 2019 anunció de forma abrupta que dejaba indefinidamente las actuaciones en vivo, y comenzó a quejarse cada vez más públicamente de la tutela.
Britney afirmó en la corte que le impidieron quitarse un dispositivo anticonceptivo intrauterino a pesar de que quería tener más hijos, y que le dieron una medicación que la hacía sentir "borracha". Recientemente escribió en Instagram que no volvería "a subir a un escenario próximamente, mientras mi papá decida sobre lo que llevo, digo o pienso".
Los fans de la cantante reclaman desde hace mucho tiempo que Jamie Spears pierda la tutela y lanzaron una campaña bajo el lema #FreeBritney. Algunos de sus seguidores aplaudieron el anuncio de jueves. "Estoy muy feliz por ella, y estoy celebrando viendo un concierto de Britney Spears", twitteó @Cheermaster500.