Muchas celebridades no prueban el alcohol ni fuman por motivos tanto de belleza como de salud, ya que son conscientes de que se trata de dos de los principales enemigos de una piel luminosa.
Sin embargo, en el caso de Megan Fox, la razón por la que se mantiene alejada de la bebida es puramente práctica y no tiene nada que ver con su físico.
En 2009, la actriz de la franquicia Transformers acudió sola a la gala de los Globos de Oro —en la que siempre se rumora que las estrellas de cine se sueltan el pelo con mayor facilidad que en otros eventos— y acabó sentada en la misma mesa que Blake Lively y los Jonas Brothers.
Ante esa extraña combinación de invitados, la intérprete decidió enfocarse en disfrutar de las botellas gigantes de la marca de champán Moët & Chandon que se ponen a disposición de los invitados y, según recuerda, bebió bastantes copas.
"Ahora ya no bebo y esa es la razón. Me puse muy agresiva y más tarde solté un montón de tonterías en la alfombra roja que no debería de haber dicho nunca. Me metí en un lío por todo lo que dije", confesó ahora Megan en una entrevista al portal WWD.
Aunque ella no quiso entrar en detalles, basta con revisar las publicaciones de la época para descubrir que Fox no dejó precisamente en buen lugar a su entonces esposo, Brian Austin Green, al asegurar que estaba allí sola porque él tenía un ego demasiado grande como para verse relegado al papel de su acompañante.
Recientemente la actriz causó revuelo al declarar que está harta de que le recuerden constantemente que le lleva algunos años a su novio, el cantante Machine Gun.
