Para la ocasión, la ex de Kanye West eligió un look demasiado atrevido: un vestido blanco ceñido con transparencias y apliques de encaje, con los hombros descubiertos y cutouts en la parte del vientre. Para complementar el outfit, la socialité llevaba sandalias de color hueso atadas a los tobillos, el pelo recogido y lentes de sol.
La elección de vestuario causó gran conmoción porque es más que conocido que La Ciudad del Vaticano tiene un estricto código de vestimenta que incluso está a la vista de todos a la entrada: no se permiten shorts, blusas o camisas sin mangas o con escote, minifaldas; de preferencia, tampoco se deben dejar ver los tatuajes y otros accesorios que se consideren ofensivos para la iglesia católica.
Por supuesto, no la dejaron entrar vestida de ese modo así que, con todo y que el verano se siente con todo su poder (hoy están a 30 grados celsius), Kim tuvo que atenerse a las reglas y ponerse un abrigo que la cubriera toda.
Solo entonces pudo entrar y admirar varios icónicos objetos y lugares como la Capilla Sixtina o La Piedad de Miguel Ángel, según compartió ella misma en sus stories.