"Se me olvidó cómo vestirme... estamos usando zapatos que no habíamos utilizado en un año, hemos estado usando zapatillas deportivas por un año, ¡es emocionante!", dijo Caroline Baron, justo antes de asistir a su primer espectáculo desde el comienzo de la pandemia en Nueva York, hace un año.
Esta cineasta, acompañada de su pareja y de su hijo adolescente, entró el viernes con una gran sonrisa en el Shed, un centro artístico de Manhattan donde se ofrecía un concierto de la artista Kelsey Lu. Los 150 espectadores llevaban todos una prueba de vacunación contra el Covid-19 o un test de PCR negativo de menos de seis horas.
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Algunos esperaban que el viernes se diera la reapertura de los grandes recintos de espectáculos de Nueva York, cerrados desde marzo de 2020. Pero el Shed fue uno de los pocos grandes lugares que se pudo beneficiar de la autorización del gobernador de Nueva York para reabrir desde el 2 de abril.
Eso sí, con una capacidad limitada al 33 por ciento, o 150 personas como máximo. Este lugar, prácticamente nuevo ya que abrió en 2019, tiene ventajas con las que no cuentan los viejos teatros: es una organización sin fines de lucro, está dotado de un sistema de ventilación ultramoderno.
Su espacio es completamente modular, lo que permite adaptarlo a las condiciones de pandemia, indicó su director artístico, Alex Poots: "Lo más importante es mantener viva esta cosa preciosa que llamamos teatro, aunque tengamos que reducir nuestra capacidad de más de dos mil a 150 personas".
Como la mayoría de otras grandes salas de espectáculos neoyorquinas, los teatros de Broadway permanecen desesperadamente cerrados, principalmente porque el aforo de 33 por ciento no es rentable.
El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, saludó este comienzo de la reapertura, muy simbólico para una metrópoli que dejó de recibir a millones de turistas y perdió la efervescencia que la caracterizaba antes de la pandemia.
"La comunidad teatral significa tanto para la ciudad, para nuestra identidad como neoyorquinos", declaró tras asistir —en un teatro off-Broadway— a ver la obra ‘Blindness’. Un espectáculo basado en el libro homónimo de José Saramago, perfecto para la pandemia: sin actores, basado en la inmersión auditiva y distópico.
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El teatro también "representa más de 100 mil millones de dólares anuales (para la ciudad), así que tiene que volver por muchas razones", destacó el alcalde. Mientras esperan la apertura de lugares más prestigiosos, los neoyorquinos pueden irse a reír en unas cuantas salas dedicadas al ‘stand-up’.
Asistir a estos espectáculos, con una sola persona en el escenario y los espectadores sentados en mesas, "es como ir a un restaurante", destacó Emilio Savone, propietario del New York Comedy Club, satisfecho de haber vendido todas las localidades disponibles para esta primera noche.
Desde el cierre de sus salas en marzo de 2020, compensó las pérdidas como pudo con representaciones en azoteas de edificios privados.
No se trata de una reapertura espectacular, pero se espera que la vuelta a las salas sea gradual. Pues, además, la tasa de contagios de Covid-19 se mantiene entre seis y siete por ciento estos últimos días en Nueva York, con la llegada de las variantes británica y brasileña y pese a un importante avance de la campaña de vacunación.
Otras restricciones también fueron levantadas recientemente en la ciudad, especialmente en restaurantes o estadios. "Si vemos hacia el otoño (boreal pasado), creo que ha ocurrido un despertar" de los espectáculos, dijo Poots.
"Pero dicho eso (...) creo que sería muy ingenuo no pensar que hay un riesgo y que si la pandemia se incremente de manera importante, entonces tendremos que hacer una pausa", agregó. Tras más de un año de cierre, Savone, en tanto, aseguró: "Si superamos esto, seremos capaces de lidiar con lo que sea que pueda ocurrir".