El 18 de febrero, María Levy , hija de la fallecida Mariana Levy, compartió por primera vez con sus seguidores en redes sociales dos fotografías, una truqueada (o sea, sumiendo la panza y con una pose favorecedora) y una real, para confesar que llevaba años luchando contra sus complejos e inseguridades.
“Estuve años… constantemente comparándome y luchando en contra mi bienestar físico y emocional. Sin importar cómo me viera, nunca me sentía tranquila y siempre estaba inconforme.
"Hoy me siento mejor. Ahí voy, poquito a poco, aprendiendo a honrar quien soy, aprendiendo a amar mis estrías, mis cicatrices, mi celulitis, mi pancita, mis lonjitas. Aprendiendo a amar mi alma, mi ser y lo que trasciende los sentidos".
A partir de entonces, la artista visual ha estado haciendo posts donde habla de su lucha contra sus desórdenes alimenticios, sus propios demonios, con el fin de aceptarse tal cual como es.
Por ello, María sube constantemente fotos en las que muestra su abdomen, piernas o alguna otra parte de su cuerpo con imperfecciones para normalizarlos. Y justo en uno de esos posts en stories, María muestra su vientre inflamado. "Hoy estoy inflamada y no pasa nada. Hay días que nos inflamamos porque cosas que comemos, por cambios hormonales, por estrés, pero no pasa nada. Es normal, a todos nos sucede y eso no determina lo mucho que vales como persona".
Pero una follower no pensó igual que ella y le respondió: “Eso no es inflamado, eso es un embarazo”.
Esta vez María decidió no quedarse callada y contestó: “Creo que siempre va a haber alguien que no tiene nada lindo que decir o que se encuentre juzgando, pero creo que lo mejor que puedes hacer es no engancharte, soltar, desapegarte y ser muy compasivo y entender que todos están haciendo lo mejor que pueden. Desapegarte y ser súper sincero y leal contigo”.
María Levy ha estado compartiendo mensajes con los que se suma al movimiento “body positive”, para normalizar todo tipo de cuerpos.
“Les comparto esta foto que cuando vi por primera vez sentí horrible por la celulitis que había en mi pierna y por eso preferí no subirla. Hoy me desperté y, antes de pararme de la cama, vi mis piernitas. Y vi la celulitis que tenían. Hace muy poco tiempo hubiera comenzado un monólogo interno súper destructivo e hiriente hacia mí; pero hoy sonreí, pensé: 'Qué linda piel' y me abracé y sentí taaaaan bonito”.
