A lo largo de vida, Inés Gómez Mont ha enfrentado varios momentos difíciles en su vida, pero de acuerdo con la conductora, el que le ha resultado más duro, ocurrió cuando le detectaron dos tumores cerebrales.
"Después de que nació Bosco, me sentía muy torpe, muy cansada, de pronto me caía. De repente me salió un derrame muy feo en el ojo y me dijo mi esposo: ‘Tienes que ir al cardiólogo a checarte la presión’”.
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“Y voy a dar con un neurólogo; llegó, me empieza a revisar y me dice: ‘Necesito que te bajes a hacer una resonancia magnética’. Y me dice: ‘Inés, usted tiene dos tumores cerebrales’", recordó la presentadora durante una entrevista que concedió al programa Venga la Alegría.
Inés declaró que a partir de entonces le daban diagnósticos alarmantes: "Eran cirugías como inmediatas, te abren toda la cabeza, muy invasivas. Las secuelas, de que me desplomaba, eran cada vez más constantes. Era muy triste sentirme inútil sobre mi cuerpo, el que no controlara mi caminar; ya no me prestaban a mi bebé para que lo cargara porque existía el riesgo de que me cayera".
"Mi esposo se movió como loco y dimos con la clínica Mayo, en Jacksonville, como uno de los lugares con mejores aparatos y tecnología en cuanto al tema del cerebro. Lo primero que me dijeron en la clínica fue: ‘No eres candidata a la radiación’, porque uno de mis tumores estaba muy pegado al nervio óptico, entonces a la hora de radiar podían quemar nervio óptico y yo perder la vista", contó.
Inés también compartió que antes de someterse a la primera operación, recibió un tratamiento para tratar de disminuir el tumor y que el miedo de morir siempre estuvo latente.
“Me daba mucho miedo morirme". "Entré a la cirugía y la verdad es que me fue muy bien. Me dijo el doctor que el segundo tumor no daba problemas y que lo mejor era dejarlo ahí; que mientras el tumor no dañara los nervios del cerebro, no pasaba nada", agregó.
Un año después de la operación, la conductora pensó que ya estaba bien y que todo había quedado atrás, hasta que su doctor le dio una mala noticia: "Yo seguí en mis revisiones y un día a las seis de la mañana me habla el doctor: ‘Inés, te tengo malas noticias, el tumor que te había dicho no iba a dar lata, ya empezó a dar lata, se está portando agresivamente’".
"Fue una cirugía a la que, después de la primera, no le tenía miedo. Tuvieron que perforar el cráneo donde el hueso es muy ancho; fueron más meses de rehabilitación y de ver a mis hijos ayudándome en la andadera. (…) Me siento muy agradecida y plena con la vida, muy afortunada de estar sana, estar fuerte y poder disfrutar todos los días de lo más preciado que tengo, que es mi familia", concluyó.
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