En su experiencia, él prefería no decir pareja y comentó por qué: "Al decirlo es muy sabroso porque está uno diciendo 'no tengo responsabilidad con ella, ver si le hacen falta calzones o brasieres, no tengo que ver si come', pero cuando uno dice 'es mi señora', la cosa ya tiene más envergadura de por medio".
Con sus amores pasó momentos de incontable felicidad que lo hicieron definirse como "un gran señor que sabe vivir, que no se ha privado, que ha viajado por todo el mundo, que comparto con esos seres que tanto amo como son mis hijos, que son el amor primordial en mi vida.
"Yo creo que es el amor de mi vida (Laura Elena Villa, con quien se casó en 2014) porque influye mucho la edad, cuando uno es joven no sabe apreciar lo que tiene, sabe que si no hay una hay otra, pero cuando los años son serios, es difícil saber si habrá otra", señaló Manzanero.
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Un papá comprometido
Los hijos que le sobreviven a Armando (Martha, María Elena, Diego, Armando, Juan Pablo, Mainca y Rodrigo) fueron su motor hasta su último aliento: "Son mi adoración, los amo a todos por igual porque cada uno tiene una virtud diferente, hasta el que es un ca***n, es amado por esa misma razón".
Su último deseo
"¿Cuál es el legado que le gustaría dejar a Armando?", lo cuestionamos hace un año, sin saber, que el destino lo alcanzaría: "El único del que tengo mucho orgullo es que nunca hice nada igual y que todos los días me preocupé por superar lo anterior que había hecho, agradezco mucho el éxito, por las facilidades que me dio para vivir.
"Mi gran pasión es viajar y después cocinar, preparo de todo, le encuentro el encanto, pero mi cocina es muy buena porque los ingredientes (que adquiría en la Central de Abastos) son iguales, tengo sartenes de primera calidad, de la comida yucateca, sólo yo la conozco, a través de mis antepasados", finalizó Manzanero.