La vida de Robbie Williams está repleta de anécdotas que parecen sacadas de una película y que casi siempre comienzan con una de esas noches de fiesta desenfrenada que marcaron gran parte de su juventud. Sin embargo, la historia más sorprendente de todas las que puede contar no tiene nada que ver, al menos directamente, con sus excesos con el alcohol y las drogas.
Así fue como cambió el mortal destino de Robbie Williams
En la década de los 90, cuando el grupo Take That lo había convertido en uno de los jóvenes más famosos del mundo, el cantante se enteró de que alguien quería verlo muerto y había contratado a un profesional para que le asesinara.
"Yo provengo de Stoke, es mi ciudad, y llevo desde los 17 años sin ir de visita o sin poder salir tranquilo a la calle cuando estoy allí", reveló en una entrevista al podcast Happy Place. "Hubo una época en que la gente solo quería pegarme, daba igual donde estuviese. En un momento dado hubo incluso un asesino a sueldo ahí fuera, al que habían contratado para quitarme del medio, pero nunca antes había hablado de ello en público".
Este tipo de experiencias fueron las que le hicieron preguntarse si estaba realmente dispuesto a pagar el alto precio de ver cumplido su sueño de triunfar en la escena musical.
"De pronto, mi vida empezó a analizarse a través de un único filtro, y en cuestión de seis o siete meses fue como si me enviaran a Marte en una nave espacial", recordó acerca de su salto a la fama. "Por alguna razón, todo el mundo esperaba que supiese pilotarla y que fuese capaz de aterrizar además sano y salvo, al mismo tiempo que cuidaba de mí mismo. Y yo lo único que deseaba era volver a la normalidad".