El escultor valenciano Nacho Palau, ex pareja de Miguel Bosé , no ha ocultado la decepción y la sensación de injusticia que le invade después de que, el pasado 31 de octubre, un juez desestimara su petición para que se reconociera la filiación de los cuatro niños que, hasta su separación, criaba junto al intérprete.
Pese a que Bosé no reconocerá a sus hijos, Nacho Palau tuvo una pequeña victoria
Y es que el artista dejó claro con sus últimas declaraciones que se dispone a recurrir la sentencia , ya que está convencido de que le asiste la razón y, sobre todo, el sentido común al considerar que los cuatro menores -Ivo, Telmo, Diego y Tadeo- deben contar con un vínculo legal que refuerce su condición de hermanos, ya que fueron concebidos como parte de un mismo proyecto de vida.
"Voy a por todas, por mis 'nanos' lo que sea", aseguró tajante a las puertas de su domicilio.
Hay que recordar que dos de sus hijos -Diego y Tadeo- son biológicamente hijos de Miguel Bosé, mientras que los otros dos -Ivo y Telmo- cuentan con sus genes.
Esa es la circunstancia que tomó precisamente el magistrado para rechazar la solicitud de Nacho, una razón que, a juicio de este, no puede justificar la ruptura de la unidad familiar, especialmente porque esta implica que las parejas de hermanos pasen la mayor parte del año a miles de kilómetros la una de la otra.
Al margen de este tema judicial, el artista se consuela de momento con el hecho de que el mismo juez subrayaba en su disposición la necesidad de que se establezca un régimen de visitas para que los encuentros entre los cuatro niños y sus dos padres, estén o no reconocidos legalmente como tal, sean más frecuentes y ordenados.
Los pequeños Diego, Tadeo, Ivo y Telmo son dos parejas de mellizos (tienen 9 años y se llevan siete meses entre sí) que durante ocho años vivieron juntos en Madrid mientras el intérprete y Palau aún compartían sus vidas, lo que Nacho asegura, era ‘ un proyecto a largo plazo.
La mamá y la hermana de Nacho, así como la periodista María Eugenia Yagüe, fungieron como testigos del proyecto familiar que Miguel y Nacho compartieron durante 26 años, sin embargo, no fue suficiente para considerar hermanos a los pequeños.