La reina Isabel II tiene con un sinfín de poderes y prerrogativas que en realidad nunca utiliza, pero con motivo del nacimiento de su nieta la princesa Beatriz en 1988, decidió que había llegado el momento de ejercer su derecho a tener la última palabra sobre los nombres de los bebés de la familia real.
La reina Isabel cambió el nombre original de la princesa Beatriz por esta razón

Según reveló el periódico The Sun, el príncipe Andrés y su entonces aún esposa Sarah Ferguson estaban decididos a llamar a su primera hija Annabel. Sin embargo, a la abuela paterna de Eugenia no le gustó la elección de su hijo y su nuera porque le parecía poco elegante para un miembro de la monarquía.
El matrimonio tardó dos semanas en anunciar públicamente el nombre y el título oficial de su hija y no sería demasiado descabellado imaginar que pasaron esos días tratando de negociar con Isabel II.
#YoMeQuedoEnCasa: Descarga gratis la revista digital de julio (da click en la imagen)
No hace falta ni decir que finalmente ella se salió con la suya y la pequeña acabó llamándose Beatrice Elizabeth Mary, también conocida como princesa de York. Su segundo nombre es obviamente un guiño a su abuela y a su bisabuela, la reina madre, quizá para limar aperesas entre sus padres y la soberana después del alboroto que se hizo por el primer nombre que eligieron.