Duffy trató de mantener la calma en la medida de lo posible a pesar de que sabía que aún corría peligro porque el hombre que la había secuestrado insinuó en varias ocasiones que deseaba matarla.
"Después de que todo terminara, uno de mis conocidos se pasó por casa y me vio en el balcón, con la mirada perdida y envuelta en una manta. Yo no me acordaba de haber llegado hasta allí. Esa misma persona me dijo que estaba amarilla y que parecía una muerta; estaba claramente asustado por mí, pero no quería interferir porque nunca había visto nada parecido".
La artista aclaró que informó a la policía de lo ocurrido en dos ocasiones diferentes: inicialmente porque alguien le hizo chantaje amenazando con filtrar su historia y más tarde después de investigación sobre un intento de allanamiento en su hogar. Por otra parte, también insistió en que la identidad del violador debería de quedar entre las autoridades y ella.
Duffy afirmó, sin entrar a dar más detalles, que desde su entorno -donde muy pocos estaban al corriente de por qué se retiró de la industria discográfica- le recomendaron que guardara silencio para no arruinar su carrera o enfrentarse a las dudas del público y a las preguntas sobre el agresor, que ha dado a entender que sigue en libertad.
En consecuencia, se planteó cambiar de identidad y trasladarse a otro lugar donde pudiera empezar de cero bajo una nueva identidad para dedicarse a vender flores o regentar un café.