Lo que le hizo cambiar de opinión fue la certeza de que solo se estaría traicionando a sí misma si optaba por borrar su vida anterior después de haber perdido ya tanto. En sus propias palabras, los últimos diez años han sido una lucha constante para "recuperar las piezas" de su identidad: "Una violación es como un asesinato en vida, sigues aquí, pero estás muerta", apunta.
Todas sus relaciones sentimentales desde entonces han acabado en fracaso y se han visto definidas por una dinámica de poder e intereses ocultos en su contra, según confesó, y el contacto con sus seres queridos o su familia -incluso con aquellos que deseaban ayudarla de corazón- se ha visto afectado por su deseo de esconderse; se ha mudado de vivienda en cinco ocasiones y solo se ha atrevido a volver a su Gales natal recientemente.
"Lo que pasó no fue solo un crimen contra mí, contra mi vida, y un acto de violencia que casi me mata, también le arrebató algo muy importante a otras personas. No volví a ser la misma Duffy durante mucho tiempo", añadió para reconocer que en ocasiones parece que nunca volverá a serlo.