Era la noche del domingo 9 de febrero , quizá la más importante en el mundo del cine estadounidense. Acababa de terminar la ceremonia a la que habían asistido cientos de famosos, y todos se disponían a seguir celebrando en las diferentes fiestas que se habían organizado para la ocasión.
Incluso Salma Hayek, una de las presentadoras durante la entrega de premios, ya había cambiado su criticado vestido color marfil de Gucci por una prenda mucho más festiva en lentejuelas color azul eléctrico, también de Gucci. Pero en vez de lucir su nuevo look en alguna fiesta, fue así de arreglada al hospital.