Por algún motivo desconocido, parece que el palacio de Buckingham saca a relucir lo peor de quienes lo visitan.
Por ejemplo, Ian McKellen reconoció que no pudo resistirse a sentarse en los asientos reservados a la reina y su marido cuando se coló con su amiga Judi Dench en la sala del trono y Robbie Williams tuvo el descaro de fumar marihuana en el interior del recinto en sus años más salvajes.