Desde hace una semana los mexicanos y el mundo entero pudieron atestiguar la transformación física de Joaquin Phoenix —bajó 23 kilos, a sus 44 años— para su papel en Joker, que fue algo decisivo para explicar el origen del villano de DC Comics, y aunque él mismo aceptó que su dieta lo afecto psicológicamente , hubo otro reto aún mayor al que se enfrentó.
Si alimentarse con una manzana, lechugas, ejotes al vapor y pescado (bajo supervisión médica) no hubiera sido ya difícil, Phoenix también aceptó el arduo proceso de “encontrar” la “risa dolorosa” adecuada, que le tomó meses y para la que estudió a fondo la crisis de epilepsia gelástica; pero su más profundo conflicto, también lo compartieron algunos espectadores.