María José y Kalimba, los favoritos en 'Jesucristo Súper Estrella'
En tiempos en que los influencers se apoderan de la atención de las masas, Alejandro Gou y Guillermo Wiechers llevan al más grande de todos: Jesucristo, al escenario del Teatro 1 del Centro Cultural, en el musical que ideó Andrew Lord Webber y que transforma al predicador en una súper estrella.
Ayer inició la temporada de Jesucristo Súper Estrella en la que dos de sus protagonistas brillaron gracias, no sólo a su capacidad vocal, sino por la proyección que lograron de sus personajes y la empatía que generaron en los presentes en el inmueble de la alcaldía Cuauhtémoc, entre otros, el expresidente Felipe Calderón y su esposa Margarita Zavala.
María José (María Magdalena) y Kalimba (Simón) tuvieron una buena presencia escénica y con su instrumento vocal conquistaron los aplausos más sonoros, él en una sola canción y ella en varios momentos que tiene durante el desarrollo de la trama, que en esta ocasión está ambientada en una ciudad moderna y casi apocalíptica, con un ensamble más que notable.
Erik Rubín (Judas) comenzó su intervención un tanto contenido, sin embargo, para el segundo acto echó mano de sus tablas en el rock y logró potenciar su voz para alcanzar el dramatismo necesario que debe tener aquel que traicionó a Jesús, con un beso en la mejilla, pero también la humanidad cuando se redime al cuestionar el por qué fue el elegido para tan cruel misión.
Rubín, quien también interpretó el papel en 2001, cumplió a cabalidad con el papel y emocionó, así se notó al momento del agradecimiento final y los vítores que cosechó. En su papel de Pedro, Yahir está aprovechando esta oportunidad que puede significar un salto al mundo del teatro musical en México, tan en boga en estos momentos; su voz y carisma, también conquistaron al respetable.
El video mapping para representar los escenarios por los que se mueve los últimos siete días de su vida este Jesús moderno, en compañía de sus discípulos, están bien detallados y provocan una grata sorpresa, en particular en una de las escenas clímax, además de que se combina a la perfección con las luces que generan emoción cuando se despliegan por todo el espacio.
Como toda producción hay elementos perfectibles; a pesar de que la potencia y calidad de voz de Beto Cuevas son irreprochables, sin embargo, cuando tiene que plantarse en el escenario y convencer acerca del dolor que experimenta su papel y el cuestionamiento que hace a Dios por el “cáliz” que no quiere probar, queda un tanto corto.
En su favor, este es el debut de Cuevas en un musical y que hay chispazos del nivel de pasión que puede alcanzar, el chileno se enfrenta sí a un personaje que debe mostrarse no siempre exacerbado, pero también desde una actitud calma se pude generar una empatía que haga sentir hasta el tuétano ese sufrimiento previo y durante la bien lograda, en ambiente, crucifixión.
Leonardo de Lozanne podría dejarse llevar, él mismo es un monstruo en la escena musical, así que puede llevar esa experiencia a su rol, que es de los fundamentales en la trama (Poncio Pilatos), para dejarle impreso su sello, así como lo hace con su participación como Herodes, Enrique Guzmán, quien también logró la aprobación al protagonizar el momento cómico de la obra.