ENTREVISTA EXCLUSIVA: La otra Eva Longoria
Cuando escucha la pregunta, Eva suspira y se toma un par de segundos. Tiene la respuesta. La tiene y con certeza, pero le cuesta soltarla. Le es difícil decirlo con claridad y con la firmeza de una voz, más que curtida, educada. “Hoy, mi vida está dedicada en un 80 por ciento a la filantropía y en un 20 por ciento a la actuación, así que sí, la respuesta es: ‘hoy soy una filántropa’”. Sonríe. Ya está. Casi como si liberara un peso, lo ha dicho. Su profesión es ayudar a las vidas de otros y no interpretar otras vidas. ¿Extraña las cámaras? Sí. ¿Entiende el valor de su papel como actriz? También. Pero hoy, Longoria es una filántropa y lo es porque se ha educado por décadas para ello y ha entendido que si no se encamina el poder de la fama es vacío puro. Ha asumido que el eco y el alcance de su voz es tal que puede servir para que otros, los sin voz, hablen. Para que se eduquen y transformen. Hoy, Eva es una mexicoamericana más que quiere ver al país levantarse de sus derrumbes culturales, políticos, emocionales y sociales... y ese es su trabajo, motivo ideal para platicar con ella en la suite del hotel St. Regis CDMX.
Eva, ¿por dónde hay que empezar a cambiar el mundo?, ¿cuál es la gran prioridad y la tarea pendiente?
La educación. Esa es la clave y el punto de partida.
No puedes tener movilidad económica sin educación y para mí esa es la llave del progreso. Los latinos
somos una fuerza laboral fundamental en el mundo y en el futuro será igual, pero no podemos esperar a que siempre nos deleguen tareas secundarias. En el futuro (y en el presente) la tecnología es fundamental al igual que la ciencia y los latinos no estamos preparados en esos campos y, si somos la fuerza que levantará naciones, debemos estar preparados para ejercer estos trabajos, para ello, es necesario que se nos brinde la posibilidad de educarnos. Es la única forma de poder avanzar y generar una transformación.
Hoy que tu enfoque es la filantropía, ¿de dónde nace esa parte altruista y benefactora?
Es una parte esencial de mi vida desde que era niña. En mi familia nos enseñaron a involucrarnos y ser empáticos con nuestra comunidad. Mi mamá nos llevaba a mi hermana y a mí a hacer voluntariados y la satisfacción era tan grande que sabía que quería hacer eso toda mi vida. Está en mi ADN y cuando me convertí en famosa aprendí que debía usar el poder de mi voz para darle voz a todos los que no la tienen y mostrar al mundo todas las oportunidades que tenemos cada día para transformar el mundo.
La Global Gift Gala se convirtió en el medio que te dio la posibilidad de ser un agente de cambio, ¿cómo la usas hoy en México?
Llevamos 10 años trabajando con la plataforma. Empezamos por España y de ahí caminamos a Europa. La idea era reunir a gente con los recursos para cambiar realidades. Hoy, en México, nos hemos enfocado en los problemas específicos de las víctimas del sismo. Junto con Maluma decidimos voltear hacia regiones afectadas que fueron colapsadas como Oaxaca. En mi caso, usaré los fondos de la gala para ayudar a las mujeres pequeñas empresarias que perdieron lo que tenían. La idea es regresarles la posibilidad de ser autónomas, como antes. Maluma se dedicará a reconstruir escuelas y centros de salud, también en Oaxaca. Y ambos, tenemos un punto de encuentro: la educación [no te pierdas detalle de la gala en la página 138].
En México he trabajado por años con el programa Mexicanos Primero que pone el énfasis ahí. Lo que buscamos no sólo es darles a los niños una escuela, sino que sus familias se involucren y se comprometan con el único proceso que permitirá un cambio real.
Más allá de ser una decisión personal vivir en México, ¿cuál es tu concepto del país?
Cuando el mundo empezó a hablar acerca de la reacción de los mexicanos en el temblor mi primer pensamiento fue: ‘se los dije’. No me sorprendió la solidaridad en lo más mínimo porque ese es el México que conozco. Siempre he sentido un amor intenso por el país. Lo he ido construyendo y descubriendo. Desde la frontera, desde Texas, intentaba relacionarme con la cultura, que sentía mía. Busqué aprender español al crecer y me abrió nuevas perspectivas y hoy disfruto mucho vivir aquí, es un regalo.
¿Cuál es el reto o la barrera a superar en este país?
No poder generar una movilidad económica constante y aunque suene repetitiva tiene que ver con la posibilidad y el acceso a la educación. También tenemos el gran problema del género. Apenas comenzamos a entender el rol de la mujer en la transformación del mundo y aceptarlo. Tenemos que mostrarle a las mujeres, con historias de éxito, que hoy no hay límites.
Yo no sabía que podía ser abogada porque no conocía casos de chica, pero hoy las niñas tienen a su alcance decenas de ejemplos y ven que pueden llegar ahí y que tienen un abanico infinito de posibilidades.
¿Cómo abordas el problema de género desde la filantropía y cómo entendiste el poder que conlleva luchar desde ahí?
Las mujeres hacen que el mundo gire. Somos el centro de las decisiones a varios niveles y entendiéndolo fue como decidí enfocar mi trabajo en mujeres que necesitan oportunidades para transformar. Para mí es muy claro: Si cambias la vida de una mujer, ella cambiará la de su familia. Y su familia transformará a su comunidad y su comunidad a la nación. Enfocarme en ese primer paso me permitió entender que revalorando el rol de la mujer podremos construir otro mundo. No hay otro camino.
Las mujeres están alzando la voz sobre las condiciones laborales y el acoso sexual, ¿cómo percibes este momento?
Cada día hay una mujer que alza su voz. Que la encuentra y ahí también asume, con valentía, su momento. Jamás tuve una experiencia de acoso o abuso, pero estoy orgullosa de lo que están haciendo al salir a hablar contra los hombres del poder que, con autoritarismo, han abusado de su papel. Es una conversación que necesitábamos tener. Espero se aproveche para cambiar en verdad. Y no te estoy hablando de Hollywood. No podemos reducirlo a eso. En todas las industrias las relaciones laborales se construyen así. Es importante que la conversación vaya a todas las industrias y entendamos la gravedad.
Como latina que construyó su carrera en Estados Unidos, ¿cómo es levantarse todos los días y escuchar a Trump dar un discurso?
Cuando piensas que no vendrá algo peor, se supera. Cada día es una noticia peor que la anterior. Para mí, la gente que lo apoya en Estados Unidos no sabe que México no es la fotografía que el toma y trato de mostrarles todo el panorama. Para mí, es una tarea mostrar ese México. Pero también tenemos que entender el clima político en el mundo. Ahí está Corea, Cataluña, Siria... la política está rota e inestable y tenemos que estar comprometidos como ciudadanos con la transformación y, regreso, con la educación.