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Lo último y lo mejor del Valle de Guadalupe

Lo último y lo mejor del Valle de Guadalupe
jue 10 septiembre 2015 10:00 AM
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La vista de Bruma Casa 8 a la hora del desayuno - (Foto: Cortesía)

La idea de escribir este texto es simplemente compartir con ustedes mi pasión por el Valle de Guadalupe y darles una probadita del lugar, para que con sus propios ojos vayan, coman, beban y duerman en este maravilloso lugar. Eso sí, con el riesgo de quedar hechizados como yo quedé, el primer día que vi ese paisaje, probé esa comida, platiqué con esa gente y toqué las estrellas de ese cielo. Así que ustedes deciden si siguen leyendo.

Volar a Tijuana, rentar un coche y manejar una hora y media tierra adentro es como comienza la experiencia. El Valle de Guadalupe es una zona dedicada esencialmente a las labores vitivinícolas, a 15 minutos de Ensenada, donde veremos cómo el paisaje y la vegetación costera se convierten en montañas desérticas rodeando un valle poblado de viñedos donde crece la vid todavía bañada por la brisa marina.

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Dormir

Últimamente ando enamorada de Bruma. Un proyecto de ocho amigos cuyo sueño fue crear un lugar extraordinario en estas tierras para gozar a la familia, amigos y visitantes que tengan en común el deseo de disfrutar la profunda conexión con la naturaleza.

Es un gran destino turístico de la nueva generación de vinícolas diseñado por el arquitecto Alejandro D´Acosta responsable a su vez, de la belleza y creatividad de varias vinícolas de la región. Un proyecto de jóvenes visionarios que creen en el Valle de Guadalupe y que buscan impulsar su potencial turístico aportando una vinícola que se funde entre la tierra, una casa, el proyecto de un hotel boutique de 40 habitaciones con spa, ranchos y un club hípico.

La casa es como llegar a casa de amigos. De esos amigos que tienen un buen gusto infinito y saben de confort y de sencillez al mismo tiempo. Seis recámaras, una cocina abierta que desemboca en la sala, que a su vez se entrelaza con hectáreas de viñedos que se pierden entre las gigantescas colinas que conectan con aquellos conmovedores cielos. La ubicación climática es responsable de que todos amaneceres, antes de ir a tomar el obligado paseo en bicicleta por los viñedos, la bruma bañe el paisaje y como un telón de teatro, se abra para que nuestros ojos descubran una y otra vez aquel fascinante lugar.

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Beber

Con tan sólo seis años de haber emprendido este proyecto enológico, Fernando Pérez Castro y su familia han logrado convertir sus vinos y sus peculiares etiquetas en un referente obligado de la enología moderna mexicana.

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La tenacidad, visión y entrega de este productor y empresario agrícola, se notan en cada uno de sus vinos cuyo compromiso es ser honesto con la viña y hacer vinos que expresen el terruño. Fernando es propietario de las vinícolas La Lomita, Finca la Carrodilla y miembro fundador de la Asociación de Vinícolas y productores de El Porvenir. Es sangre nueva en la Ruta del Vino más importante del país y las horas del día no le alcanzan para todas las buenas ideas que tiene para volver al vino mexicano, una cultura entre los jóvenes.

En el marco de las vendimias 2015, La Singularidad, fue el evento con el que Fernando lo celebra todo. Un año más de vides que nacieron para unir con entusiasmo y alegría a personajes del mundo del arte, el cine, la gastronomía, la ecología, la moda y la música.

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Comer

Los que somos aficionados a la gastronomía mexicana solemos promover por donde pasamos a los chefs mexicanos y sus maravillosos restaurantes. Yo puedo dormir tranquila porque llevo años haciéndolo y es por eso que hoy hablaré de un restaurante italiano de dueños italianos con ingredientes italianos en el corazón del Valle de Guadalupe. Se llama Tre Galline, y uno al llegar agradece la cachonda simplicidad que lo caracteriza. Al sentarse en esa terraza infinita se empieza a sentir la magia y es entonces cuando se acerca Magda con su desenfadada sonrisa a ofrecer las delicias que Angelo prepara en la cocina según los ingredientes (algunos locales y otros recién desembarcados de Europa) con los que cuenten en el momento.

La pareja viajó del norte de Italia al sur de Baja California en 2006 para empezar de nuevo y abrir un restaurante en Todos Santos. Años después, conocieron el Valle y se vieron trabajando ahí, como lo hacían en su tierra natal entre viñedos y olivares. Abren cuatro meses al año en épocas de vendimias y de su generosa y honesta cocina salen platos y platos de pastas, carnes, quesos, jamones y aceites, uno mejor que el otro sumando así a un festín de comida de altísima calidad que hará que la experiencia del Valle tenga un motivo más para volver año tras año por el simple placer de sentir el abrazo cariñoso de Magda y de Angelo.

Contemplar

En determinado momento de la ruta del vino uno pide a gritos un whisky en la rocas o una frozen margarita. El mirador Bar Bura de Cuatro Cuatros es un sitio espectacular para ver uno de los atardeceres más lindos que puedan imaginarse, con un buen trago en la mano y música lounge ambientando su peculiar terraza. En la cima de una caprichosa topografía en el cañón de Tigre, se encuentra este desarrollo que vale mucho la pena conocer por su inigualable y majestuosa vista al Océano Pacífico y por su afamado bar mirador de ambiente relajado y amigable, que recibe sin discriminar a gente que viaja de distintos lados con un fin común: ser feliz.

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