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¿Por qué Iñárritu se merece haber gando el Oscar?

Aquí explicamos las razones por las que Birdman es su obra maestra y por qué todos esperaban que se ganara la estatuilla.
dom 22 febrero 2015 09:50 PM
Aquí explicamos las razones por las que Birdman es su obra maestra y por qué todos esperaban que se ganara la estatuilla.
Bridman Aquí explicamos las razones por las que Birdman es su obra maestra y por qué todos esperaban que se ganara la estatuilla. (Foto: Especial)
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¿Cómo superas en esta temporada de premios a un director que dedicó 12 años de su vida a realizar su película con tal de ver crecer a su protagonista de niño a adolescente, como nunca se había hecho en cine antes? Fácil. Tomas a un puñado de actores, los metes en un teatro en la calle 44 de Broadway y realizas un largometraje perfectamente confeccionado para parecer filmado en una sola toma de principio a fin.

Estamos hablando, por supuesto, de la reñida competencia entre Richard Linklater (Boyhood) y Alejandro González Iñárritu (Birdman) en los Golden Globe, en el BAFTA y ahora en el Oscar.

Ambos directores utilizaron la palabra "coraje" como bandera para sus más recientes proyectos; pero hay una cosa que Iñárritu tiene sobre Linklater, y Richard Gere en 'Chicago' lo explicaría como razzle dazzle.

Con Michael Keaton como Riggan Thompson, un papel de lo más meta para el actor que verdaderamente ha pasado del superhéroe amado por todos (Batman) a un nombre que sólo recordamos cuando miramos al pasado (hasta ahora), Iñárritu logró con simplemente una elección de casting convencernos del meollo en su historia, antes siquiera de que hubiéramos visto el primer cuadro de 'Birdman'.

Claro, Keaton es Thompson. Y aunque el actor esté cansado de negar que él jamás lo percibió como tal, la importancia de haber conseguido al Batman de Tim Burton para esta trama sobre un actor acabado, buscando desesperadamente retomar cierta relevancia con una obra en Broadway, es francamente estratégica. Y una que, aunque sutil, habla mucho de la inteligencia del realizador.

Segunda decisión de suma importancia. La fotografía. Al lado del "Chivo" Lubezki, Iñárritu tomó la decisión de realizar su comedia de 119 minutos en un plano secuencia, o lo que a simple vista parece una sola toma de prácticamente dos horas (aunque en realidad hayan sido varias tomas de 20 minutos pegadas para parecer una). Eso le dio a 'Birdman' la relevancia que necesitaba para llamar la atención de absolutamente todo el mundo.

Si el guión y las actuaciones no hubieran sido suficientes, repetir la hazaña que Hitchcock logró en 'Rope', definitivamente era carnada para los críticos. Y por supuesto que no fue fácil. Cada diálogo, cada movimiento tenía que estar perfectamente coreografiado entre talento y equipo técnico. Cualquier error de cualquiera de las partes implicaba tener que empezar desde el principio. Aquí no había "corte" y "retomamos desde el último diálogo". Aquí era, volvemos a empezar.

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En entrevista con The Hollywood Reporter, Iñárritu explicó "Les dijimos a los actores, 'Van a caminar por esta cuerda floja y lo van a tener que hacer parecer como que están caminando por el parque. Si se caen, se caen a su muerte".

Si alguien aceleraba su diálogo, la película estaba arruinada, si alguien olvidaba su línea, la película estaba arruinada, si en la infame escena en la que Riggan Thompson sale a correr en calzones y calcetines por Times Square, un turista se atravesaba, la película estaba arruinada. ¿Cómo no premiar esa paciencia?, ¿Cómo no premiar lo meticuloso de una filmación tan delicada?

Tercer bababoom para el espectador. Y éste es el lanzamiento de fuegos artificiales. "El Negro" nos sorprendió completamente reinventándose y demostrando que puede hacer más con esa "oscuridad" con la que está tan obsesionado que pesados melodramas que definitivamente no atraen a todo tipo de público. Iñárritu nos probó que puede seguir contando multihistorias y escarbando la psique humana con una comedia monedita de oro que no puede sino amar cualquiera que la vea.

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Como dice el mismo "Birdman" en un diálogo de la película: "People, they love blood. They love action. Not this talky, depressing, philosophical bullshit". Y qué razón tiene este personaje que habla con la voz del director. Claro que 'Amores Perros' fue magnífica y lo puso en el mapa, claro que 'Biutiful' le dio la oportunidad de competir por el Oscar en 2007, pero lo que ninguna de las anteriores le había regalado a Iñárritu era la capacidad de hacer sentir al espectador perfectamente entretenido, entusiasmado y movido sin necesitad de agorzomarle el corazón y deprimirlo hasta la nuca.

Iñárritu se volvió para todos.

El director aprendió la fórmula. Consiguió un elenco magistral, los posición como piezas de Risk para que batallaran en un sorprendente duelo de talentos, los filmó con una eterna e inolvidable toma y le ofreció al público una experiencia de la que iban a salir con una sonrisa. Richard Linklater no tenía oportunidad. El Oscar era suyo desde que salió de la sala de edición.

Más importante aún, el mexicano aprendió una importante lección: "Aprendí que de ahora en adelante no quiero hacer nada que no me de miedo. Que me empuje al filo de la red de seguridad y me haga sentir más vivo que nunca".

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