Iker Casillas, a punto de salir por la puerta trasera del Real Madrid
Al menos el Ludogorets no le metió otro gol. Y qué bueno que el partido de Champions contra el modestísimo club búlgaro no se jugó en Madrid, en el estadio Santiago Bernabéu. Un gol más, en ese ambiente, y el golpe moral para Iker Casillas hubiera sido grande. Los abucheos del público, de su público, le hubieran caído encima.
¿Cómo? ¿Iker Casillas abucheado, juzgado, acosado, criticado? Y sí. El hombre que a lo largo de 15 años ha defendido la portería del club más rico del mundo, el chico encantador que acumula tres trofeos de Champions, cinco Ligas, una Copa del Mundo y dos Eurocopas, vive a mitad de las sombras.
Sus caras de resignación, cuando no de frustración tras colársele un gol, son ya cosa frecuente. Si le toca sentarse en la banca (en la pasada temporada no fue el portero titular en la Liga, un hecho impensable hace tres años), su semblante es demacrado. Hay periodistas en su país que incluso afirman que está más flaco.
La tormenta se le metió en el paraíso, digamos. Su vida, por lo demás, parece plena: Sara Carbonero, periodista, una de las mujeres más bellas de España, es su esposa. En enero de este año nació su precioso primer hijo, Martín. Y es rico: en un año gana cerca de 8 millones de euros (unos 136 millones de pesos), entre sueldo y contratos publicitarios.
En el primer partido del Mundial de Brasil, que enfrentó a Holanda y España, campeona defensora, el mundo entero se dio cuenta de que algo le pasaba al Santo Casillas. Fue bochornoso ver cómo el portero se arrastraba con lo que le quedaba de dignidad para intentar cerrarle el ángulo a Robben, quien marcó el quinto. Los poderes mágicos, aquellos que le permitían hacer paradas imposibles, lo habían abandonado en un instante. Pero el asunto venía de lejos.
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Intrigas y un video
El portugués José Mourinho llegó al Real Madrid en 2010. Un entrenador top, claro, pero también dictatorial, lleno de manías y querencia por exigir lealtad absoluta por parte de sus futbolistas. La primera temporada, su relación con Casillas, el capitán del equipo, fue estable. A principios de la segunda, se torció. Los periodistas empezaron a advertir que el portero quizás no era mourinhista del todo. El entrenador les daba la razón al sentar a Casillas, al mito, en el banquillo en partidos determinados. A finales de 2012, la humillación fue clara: Mourinho prefirió que en la portería se parara Adán, el portero suplente, un polluelo en comparación con Iker.
A la telenovela se agregó un toque de misoginia. Sara Carbonero, esposa de Casillas, es periodista deportiva. En enero de 2013 apareció en un segmento del programa La Jugada, de Televisa, en el que reseñó: “Es vox populi que los jugadores (del Real Madrid) no comulgan para nada con su entrenador”. Los fans de Mourinho en España interpretaron esto como una infidencia de la periodista, un intento por sembrar o intensificar la cizaña, y acabaron viéndola como la mala mujer que manipula al portero y revela información privilegiada. Pum.
Pérdida de confianza
Y así se llegó al momento actual. Mourinho se fue, llegó el italiano Carlo Ancelotti a dirigir al Real Madrid, pero Iker jamás recuperó la titularidad total. Y cuando jugaba, se mostraba inseguro. Buena parte de los madridistas ya la agarraron contra él. En los foros de discusión en páginas web dejan clara su opinión: el portero es un “topo”, un “oreja” diríamos aquí, un futbolista que cuenta a ciertos reporteros secretos de vestuario para manipular a su propio club. Estos trolls han llegado a dejar comentarios increíblemente agresivos en el Instagram del ídolo. Uno de ellos le “propuso” que tirara a su bebé Martín al mar, y el futbolista le respondió con inédita rudeza, lo que demuestra que ya perdió los nervios.
Algunos periodistas que conocen muy bien al Real Madrid, como Diego Torres de El País, opinan que a Casillas le ha faltado inteligencia emocional para lidiar con la crisis. Se encuentra herido, con cada vez menos aliados. El destino obvio es dejar al Real Madrid, pero ¿qué club estaría dispuesto a pagarle un salario como el que tiene? También se dice que le resultaría muy difícil adaptarse a otra ciudad. Madrid le ha dado la vida, pero ahora vive sin pies ni cabeza.