Cd. Juárez, la tierra adoptiva y los inicios de Juan Gabriel
Artículo publicado en la edición 114 de la revista Quién. Por Ana Ávila con colaboración de Jessica Sáenz, Katya Segura, Yessica Cancino López-Dóriga y Guillermo Alvarado.
En Juárez el cantante y compositor conoció la música. En pocas palabras, Ciudad Juárez hizo a Juan Gabriel y él inmortalizó a esta ciudad.
Juanga recuerda que en su adolescencia las calles de Juárez eran otra cosa. En ese entonces, él vendía burritas de tortillas de harina con su mamá. Una tarde, cuando caminaba por la calle, le llamó la atención un coro que cantaba en una iglesia metodista. Entró al recinto y pronto se hizo amigo de dos monjas: Leonor y Beatriz Berumen. Fue así como el cantante se adentró por primera vez en la religión, tanto que se fue a vivir con las hermanas y gracias a esta relación viajó a California, donde cantó en el coro durante seis meses.
Sobre este episodio, la página oficial del compositor dice: "Su convivencia con una familia negra le hizo admirar profundamente a esta raza, sobre todo por sus maravillosas voces, su amor a Dios y el hecho de que todo lo que hacían era para alabarle".
Con ustedes... Adán Luna
A su regreso a Ciudad Juárez, Juan Gabriel logró participar en un programa de televisión local llamado Noches rancheras. Debutó interpretando la canción "María la Bandida" del gran José Alfredo Jiménez. Ahí el conductor Raúl Loya lo bautizó como Adán Luna.
Lleno de ilusiones, a los 16 años Juan Gabriel hacía intentos por colarse en alguno de los centros nocturnos de la avenida Juárez. Quería que lo escucharan, sin embargo, no sólo era difícil, sino que en su condición de menor de edad, la misión era más que imposible. En sus intentos pudo pisar el escenario algunas veces, pero enseguida lo echaban de los lugares. Hasta que por fin una noche en el Noa Noa lo consiguió.
El grupo Los Prisioneros del Ritmo lo acompañó mientras él interpretaba temas como "Adoro", "Cenizas", "Yo te amo" y "Yo sé que no es feliz". Juan Gabriel siguió tocando puertas y logró cantar en locales como La Cucaracha Bar, El Palacio Chino o el Hawaian. Entre presentación y presentación, el joven viajaba a la ciudad de México en busca de que alguna disquera quisiera representarlo. Pero no encontraba respuesta.
La suerte empezó a cambiarle cuando lo contrataron en el centro nocturno Malibú, donde recibía un sueldo diario de 20 dólares. Ahí conoció a la señora McCulley, quien lo apoyó económica y emocionalmente. Fue así como reunió los recursos y el valor para regresar al Distrito Federal a intentarlo de nuevo.
No obstante, la vida le dio una vuelta más a la tuerca. En 1971, antes de que Juan Gabriel pudiera regresar a Juárez, vivió uno de los pasajes más difíciles de su juventud: lo encarcelaron en Lecumberri presuntamente por robo.
Un año y medio después, Queta Jiménez La Prieta Linda lo ayudó a salir y lo llevó a rca para que hiciera sus primeras pruebas musicales. Ahí lo escucharon los productores Eduardo Magallanes y Enrique Okamura, quienes lo contrataron y promovieron la hoy clásica "No tengo dinero". Los éxitos llegaron uno tras otro. Juanga dejó de ser Adán Luna y México se pondría a sus pies.