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Ludwika confiesa, antes de Emiliano "venía de relaciones tormentosas"

A un año de casada con Emiliano Salinas, la actriz cuenta que quiere otro hijo y cómo es vivir un amor que no sabía que podía vivir.
lun 14 abril 2014 09:00 AM
A un año de casada con Emiliano Salinas, la actriz cuenta que quiere otro hijo y cómo es vivir un amor que no sabía que podía vivir.
ludwika A un año de casada con Emiliano Salinas, la actriz cuenta que quiere otro hijo y cómo es vivir un amor que no sabía que podía vivir. (Foto: Enrique Covarrubias/Vestido Marc by Marc Jacobs, Sombrero...)

ARTÍCULO PUBLICADO EN LA EDICIÓN 312 DEL 1 DE ABRIL DE 2014. PARA VER LOS CONTENIDOS DE ESTE NÚMERO DA CLIC AQUÍ.

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En exclusiva, Ludwika cuenta cómo ha sido su vida luego de un año de casada.
En exclusiva, Ludwika cuenta cómo ha sido su vida luego de un año de casada.


Ludwika Paleta lleva un año de luna de miel. Dos minutos antes de que Emiliano Salinas, su esposo, cruce la puerta, aun antes de que el sonido del teclado de la alarma desactivándose delate su llegada, ella sabe que él ha llegado a casa. Doce meses después de festejar la que fue considerada "la boda del 2013", la actriz reconoce los pasos, los pequeños ruidos y hasta la tos de su pareja.

"Definiría a mi matrimonio como exitoso y feliz. Es de las mejores decisiones que he tomado en mi vida, junto con la de tener a mi hijo Nicolás. Con Emiliano volvería a casarme mil veces si me lo pidiera", nos dice Ludwika en la sala de su casa pasadas las nueve de la noche, después de seis horas en shooting y otras tantas en el ensayo para su próximo estreno en teatro.

Cuando ve a Emiliano entrar en outfit deportivo, su cara se ilumina y el tono de su voz se suaviza. Le pregunta si tiene hambre, si quiere que le prepare la cena y si le ha ido bien en su trabajo. Aunque empezaron su relación en 2010, su primer año de casados le ha revelado a Mika lo sencillo que puede ser un hombre que carga un apellido como Salinas.

"Al final la fama que nos precede son fantasías que la gente comparte de boca en boca. Supongo que la gente piensa que yo vivo en una mansión con guardias, 20 cocineros, mucamas, jardines y fuentes. Y nada que ver. También yo tenía una idea preconcebida sobre él y he descubierto lo tranquilo, humilde y sencillo que es. Lo que más le gusta es llegar a su casa, ponerse la pijama y cenar en la cocina. Abrimos el refri y con ensalada, quinoa y sopa de verduras tenemos nuestra cena romántica", dice la actriz que triunfó con la obra Razones para ser bonita y que estrenará en mayo otra en la Sala Chopin, que aún no tiene un nombre definitivo, escrita por Ximena Escalante, dirigida por Lorena Maza y coprotagonizada por Daniela Schmidt.

Ludwika dejó la telenovelas en 2014 porque, dice, ya no era un medio para expresarse.
Ludwika dejó la telenovelas en 2014 porque, dice, ya no era un medio para expresarse.


La mejor segunda vez

A los 20 años, Ludwika se convirtió en madre de Nicolás. Entonces estaba casada con Plutarco Haza, de quien se divorció después de nueve años de matrimonio, entre escándalos de supuestas infidelidades. "Yo venía de relaciones tormentosas, donde había gritos, peleas, jaloneos y enganches. Emiliano y yo nunca peleamos, con él tengo todo lo que pensé que no podía tener", dice la actriz, que en junio regresa al cine con el estreno de Volando bajo.

Y resulta difícil de creer que una pareja joven (35 años ella y 38 él) con trabajos estresantes y agendas saturadas, no hayan peleado jamás, pero Mika asegura que en esta casa sencilla al sur de la ciudad y alejada de las grandes avenidas, ocurre lo que parece imposible: hay una pareja que nunca discute, un adolescente que es "divino" y hasta el gato Ramón y la perrita Lulú pueden dormir juntos sin pelear.

"El secreto", dice, "es que no nos enganchamos el uno con el otro, sabemos qué es lo importante y las pequeñas diferencias nunca pasan de ahí". Y al preguntarle de esos hábitos molestos que pueden afectar las relaciones de pareja, confiesa que es ella quien comete esa falta común de dejar la pasta de dientes destapada y, aun eso, es motivo de risas entre su esposo y ella.

"Una vez estaba la pasta seca y me dijo: ‘Pues siempre la dejas abierta'. Y yo: ‘No es cierto'. Y me dijo: "Sí, le he tomado foto a todas las veces que las has dejado abierta". Y tenía las fotos, pero se moría de risa, no era motivo de disgusto. Me encanta vivir con él, es la persona más meticulosa, prudente y respetuosa que conozco", dice.

Ludwika, Emiliano y Nicolás no viven en una mansión, sino en una casa sencilla al sur de la ciudad.
Ludwika, Emiliano y Nicolás no viven en una mansión, sino en una casa sencilla al sur de la ciudad.


Su actual estabilidad se la adjudica a la madurez que le ha llegado con los años y la experiencia de ser madre, casarse y divorciarse cuando aún era muy joven. "Creo que los segundos matrimonios son los mejores... o no necesariamente los segundos, porque Emi nunca estuvo casado, pero sí vivió seis años con una chava. Y esas experiencias previas te dan la madurez y otra perspectiva de la vida que te permite entenderte mejor y conectarte realmente con otra pareja", dice.

La familia que falta

De pronto un adolescente de 14 años irrumpió en la estancia con su celular en la mano, preocupado porque su madre le había hecho una recarga a su saldo y su número telefónico no la había registrado. Ludwika le aseguraba que conservaba el ticket del pago para hacer el reclamo y Nico se quedó mucho más tranquilo. Hasta ese momento, él había pasado dos semanas sin teléfono celular. "Para mí también fue horrible", dice su madre, "porque no podía comunicarme con él tanto como quería. Pero hicimos ese acuerdo, él tiene que cumplir ciertos requisitos para ganar o perder su teléfono, y los dos debemos cumplir el compromiso".

Mika admite que no es la mejor madre del mundo ni experta en el trato con adolescentes, pero se siente satisfecha de la educación que le ha dado a Nicolás y la guía que ha sido en la búsqueda de su individualidad. "Es justo esa edad en que son conscientes de que pueden tomar sus propias decisiones y no son una extensión de ti. Es difícil no caer la tentación de darles todo lo que piden y decirles que sí siempre, pero ahí vamos", explica.

Emiliano y Nico, dice, tienen una buena relación. Y por las noches, en el poco tiempo que pueden pasar juntos, hablan de videojuegos mientras Nicolás juega. "Cuando Emi era adolescente también jugaba muchísimo, así que pueden pasar un rato hablando de eso. Es como su momento de bondear ", agrega.

Ludwika asegura que venía de relaciones tormentosas, pero ahora está viviendo algo totalmente diferente.
Ludwika asegura que venía de relaciones tormentosas, pero ahora está viviendo algo totalmente diferente.


Esta pareja ya "muere de ganas" de tener un bebé. "Ahora estoy disfrutando el momento que estamos viviendo como familia, pero el próximo año ya me quiero embarazar. Tampoco es que tenga muchos años más, no me gustaría tenerlo a los 40", dice la actriz. "A Emiliano le emociona muchísimo. Alguna vez pensó que no tendría hijos, no le interesaba, pero ahora está ansioso. Creo que además va a ser un buen papá, porque tiene mucha paciencia, es muy amoroso y tiene muchas herramientas que quiero que le enseñe a nuestro hijo".

Las nuevas prioridades

Ludwika alcanzó la fama gracias a sus papeles en telenovelas. Durante 23 años de carrera apareció en once bajo un contrato de exclusividad con Televisa, que decidió dar por teminado poco antes de casarse. Hoy quiere retos que van mucho más allá. "Ahora empiezo esta obra de teatro y me emociona mucho porque busco siempre obras conmovedoras, que sacudan al público y que me sacudan al mismo tiempo", comenta.

Habla también emocionada de Toribia, su personaje en la cinta Volando bajo, una mujer humilde que vive la fama de dos cantantes de Baja California que alcanzan el éxito sin proponérselo. "Es un homenaje a grupos como Los Bukis y Los Yonics", dice y confiesa que disfruta de ese tipo de música. "Fue un gran reto este papel porque es una mujer muy sumisa, callada, golpeada por la vida. Todo lo contrario a mí, pero personaje que me da miedo interpretar, personaje que me deja muchas más satisfacciones", cuenta.

A diferencia de otras actrices, Ludwika no ambiciona conquistar Hollywood. "Es algo que ya no me interesa. No veo por qué me iría a estar un mes, dos, seis, 12, haciendo castings para que me den un papapel en una serie donde nadie me conoce y tampoco es un gran reto", dice. "Estoy haciendo cosas bien interesantes aquí, que me han ayudado a evolucionar como actriz y, la verdad, mi trabajo ya no es mi máxima prioridad".

Siendo una de las actrices mexicanas más reconocidas y populares, decidió hace tiempo que su máximo interés es y será siempre su familia. "Desde que murió mi mamá (en abril de 2011), tomé conciencia que no hay tiempo más preciado que el que pasas con la gente que quieres y ese tiempo se va. El tiempo que puedo estar con mi hijo, mi esposo, mi papá, mi hermana, que son las personas que más quiero, no lo voy a sacrificar por ser la más famosa ni las más exitosa", explica, y detalla que participa en la película dirigida por Demián Bichir en Nueva Orleans y que ha recibido ofertas de producciones estadounidenses, pero que no le obsesiona llegar a Hollywood "a cualquier precio".

Antes de despedirnos y mientras deja que Ramón juegue con su pelo, cuenta las lecciones más importantes que quiere compartir con Nico y el bebé que planea tener en el futuro próximo. "Uno de los consejos más importantes que mi padre me ha dejado es que tienes que fracasar para conocer el éxito, tienes que conocer la tristeza para identificar la felicidad y, sobre todo, tienes que estar siempre cerca de la familia y volver a tu lugar de origen", explica. "Al final, yo sigo siendo la misma y mi hijo lo sabe. Mucha gente me pone adornos y significado igual que a Emi. Mis circunstancias han cambiado, pero soy fiel a mi esencia. En mi casa se come en la cocina, se parte el pan y se reparte. Como Jennifer López, I'm still Mika from the block".


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