La primera y única visita a México de Benedicto XVI como Papa
La fecha había llegado. Fue el 23 de marzo de 2012 cuando Joseph Ratzinger pisó suelo mexicano por primera vez en su condición de máximo representante de la Iglesia Católica en el mundo.
Cientos de miles escucharon y aceptaron con júbilo su mensaje de paz, amor y esperanza para el país, disipando así las dudas que había en torno a la aceptación que tendría entre el México "siempre fiel" de Juan Pablo II. Los católicos dejaron claro que México es y seguirá siendo fiel.
Durante su estancia de cuatro días en nuestro país, el pueblo mexicano demostró su entrega al nuevo Papa, sin embargo, las comparaciones entre él y Juan Pablo II no se hicieron esperar.
Nuestro pueblo estaba ante una personalidad totalmente distinta a la del "Papa peregrino", no obstante Benedicto XVI no fue inmune al cariño de miles de católicos que lo esperaban con ansia.
Cuando bajó del avión en Guanajuato -el corazón geográfico y católico de México- no besó el piso, ni se salió del protocolo para conceder un beso a algún niño antes de llegar al estrado. Lo que llamó la atención de todos fueron sus zapatos Prada rojos.
Aunque su semblante no era cálido como el de Juan Pablo II, Ratzinger supo echarse al bolso a los mexicanos con un discurso plagado de esperanza ante los tiempos de violencia que vive el país.
"Como peregrino de la esperanza, les dijo con San Pablo: No se entristezcan como los que no tienen esperanza", expresó en su primer discurso, emitido en la Ceremonia Oficial de Bienvenida en las instalaciones del Aeropuerto Internacional de Guanajuato.
Las personalidades que lo vieron de cerca
El gusto de estar cerca del Papa lo tuvieron pocos. Una de entre ellos fue Patricia Espinoza, en ese entonces Secretaria de Relaciones Exteriores, quien le tendió la mano y le dio un cálido recibimiento:
"Le dije en alemán: `Bienvenido Santo Padre. Se sorprendió mucho y me dijo: `Ah, con que usted habla alemán´", expresó la ex canciller.
Se sea devoto o no, un mensaje de paz siempre es bien recibido y de ello está consciente el actual gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila, quien en ese entonces expresó:
"Requerimos de su solidaridad, de su fe, de su luz y yo confieso, como creyente, que es muy emocionante verlo".
Entre los invitados a la ceremonia de bienvenida estuvieron personalidades del mundo político y empresarial, Elba Esther Gordillo, Miguel Alemán Velasco, Olegario Vazquez Raña, Alejandro Poiré y Daniel Karam, entre otros.
Un día para hacer amigos
El sábado 24 de marzo de 2012 Guanajuato se convirtió en un búnker. En la Plaza de la Paz no había espacio para un alma más. El ambiente era de amistad. Cánticos e ingeniosas porras dedicadas al Papa se oían por todas partes.
El fervor se sentía a flor de piel. Después de un encuentro privado con el presidente Felipe Calderón, Benedicto XVI salió al balcón de la Casa del Conde Rul acompañado por varios niños y dedico a ellos, sus pequeños amigos, su discurso.
En su mensaje pidió a todos los mexicanos proteger a esa generación y evitar que sean víctimas del sufrimiento, el abandono, la violencia o el hanbre".
Al caer la noche, las palabras más emotivas, pero que todos hubieran preferido no escuchar, llegaron:
"Quisiera quedarme más tiempo con ustedes pero ya debo irme", expresó el Papa, sin embargo entre los tórridos aplausos una voz logró sobresalir "¡No te vayas!", entonces, a Ratzinger se le escapó una leve sonrisa, termino su discurso, liberó palomas blancas y se fue sonriendo de la ciudad de los callejones.
Benedicto XVI y su encuentro con Felipe Calderón
El Papa tuvo un encuentro privado con nuestro país en La Casa del Conde Rul, donde además de recibir regalos de los hijos y la esposa del presidente, entabló una charla en la que ambos mandatarios se comprometieron a trabajar estrechamente en "la necesidad de lograr un tratado internacional sobre comercio de armas pequeñas y ligeras cuya proliferación ha favorecido la acción criminal de la delincuencia organizada", según informó Presidencia.
La despedida
El 26 de marzo llegó el fin de su viaje a México. El Papa se despidió con un llamado a los mexicanos a no dejarse amedrentar por las fuerzas del mal y a hacer un esfuerzo solidario para alcanzar una vida digna, justa y en paz para todos. Pidió a México "ser valiente y trabajar para que la savia de sus propias raíces cristianas haga florecer su presente y su futuro", luego de ser "testigo de gestos de preocupación por diversos aspectos de la vida, unos de más reciente relieve y otros que provienen de más atrás, y que tantos desgarros siguen causando". "Los llevo igualmente conmigo, compartiendo tanto las alegrías como el dolor de mis hermanos mexicanos", apuntó. El Pontífice manifestó que se fue de México, un país que lleva muy dentro, "colmado de experiencias inolvidables" tras recibir muchas "atenciones y muestras de afecto" durante un viaje que calificó como "entrañable".
El Papa concluyó su visita con un "¡adiós! en el sentido de la expresión tradicional hispánica: ¡Queden con Dios!", y partió rumbo a Santiago de Cuba, la siguiente etapa de su segunda visita a América Latina.