Dos años de cárcel al grupo Pussy Riot
El juicio desencadenó una ola de protestas alrededor del mundo en apoyo de las rockeras feministas, que han sido apodadas prisioneras de conciencia por grupos defensores de los derechos humanos. Cientos de simpatizantes de las Pussy Riot cantaban "¡Rusia sin Putin!" en medio de una fuerte presencia policial afuera de la corte, y varios líderes de oposición fueron detenidos.
Las tres fueron detenidas en marzo tras una actuación en la principal catedral moscovita, donde bailaron y cantaron una "plegaria punk" pidiendo a la Virgen María que proteja a Rusia del presidente Vladimir Putin, elegido dos semanas después para un tercer periodo como mandatario.
La jueza Marina Syrova dijo en su veredicto que las acusadas "cometieron vandalismo motivadas por su intolerancia religiosa", ofendiendo a muchos creyentes. Rechazó sus argumentos de que estaban protestando el apoyo de la Iglesia ortodoxa a Putin y que su intención no era herir los sentimientos de los creyentes.
Pasaron tres horas de pie esposadas en una celda de vidrio en la corte mientras la jueza leía el veredicto. Sonrieron con tristeza al oír las declaraciones de testigos de la fiscalía acusándolas de sacrilegio y de realizar "bailes diabólicos" en la iglesia.
Las tres mujeres se mantuvieron calmadas luego que la jueza pronunció su sentencia. Alguien en la corte gritó "¡Vergüenza!"
Los cargos conllevaban una pena máxima de siete años tras las rejas, aunque los fiscales habían recomendado una pena de tres. El propio Putin había dicho que las rockeras no debían ser tan duramente sancionadas, generando esperanzas de que quizás recibirían sólo el tiempo que ya habían estado detenidas y liberadas en la corte.
Los escépticos habían advertido, empero, que una sentencia leve podría entenderse como que Putin estaba cediendo a la presión pública, algo que le provocó evidentemente rencor durante sus 12 años en la presidencia.
Afuera en las calles, la policía acorraló a unas decenas de manifestantes, incluidos el ex campeón de ajedrez Garry Kasparov, un activista líder de oposición, así como el dirigente izquierdista Sergei Udaltsov.
Amnistía Internacional condenó fuertemente el fallo de la corte, calificándolo de un "golpe duro" para la libertad de expresión en Rusia.