Ayer `nuestras bellezas´, hoy nuestros talentos
Desde pequeñas brillaron por sus particulares facciones, su carácter y ese halo de misterio que las hacía fascinantes, lo mismo para hombres que para mujeres.
Con el paso del tiempo, en su adolescencia, el destino las llamaría para ser "servidoras de su país", en una batalla que se gana con una buena postura, una dicción fluida, saber caminar, pararse, y aunque hay quienes lo duden, ser poseedoras de una inteligencia nata, que las ayude a brillar de entre las también elegidas.
Los concursos de belleza, pareciera, e incluso lo aseguran firmemente algunos, que se rigen por las reglas de la común sociedad: el "compadrazgo" o los favores debidos... vamos otro paraíso de corrupción (¿enseñanzas de "Miss Bala"?), sin embargo, hay otro elemento especial que distingue a aquellas que por suerte o infortunio, "cada quien canta como le va en la feria", se alzan con una corona de belleza nacional.
Ser la mujer más bella de México no sólo asegura "el pase directo" a viajar a una latitud del mundo que de entrada debe ser sexy y paradisiaca, además otorga ese derecho, que nunca se promete, pero que se sabe se debe cumplir: ser actriz o conductora en espacios importantes de la televisión nacional, se regrese a la tierra azteca con o sin corona..
El lugar y la oportunidad, al regreso de "la experiencia que a todas les cambia la vida" se pone casi en bandeja de plata, sin embargo entra al juego, una vez más, esa envidiable astucia femenina para saber no llegar, si no mantenerse.
Ejemplos, varios, una de las conductoras, favorita incluso de la realeza británica, pues condujo, gracias a la intervención de Ricky Martin el Jubileo de Oro de su majestad británica, Isabel II, Rebecca de Alba, quien por ser ejemplo de clase y estilo fue coronada como Señorita Zacatecas y quedó segunda en 1985 en el concurso Señorita México, y desde entonces no ha parado de engalanar los principales eventos de la top mexican society.
La más relevante sin duda, Guadalupe Jones Garay, se convirtió, en 1991, en Las Vegas, Estados Unidos, en la primera Miss Universo mexicana, situación que aprovechó al máximo, para instaurar en 1994: Nuestra Belleza México, que entró a escena por problemas a nivel organizacional con el Señorita México, hoy sigue dirigiendo el destino del certamen nacional y pronto se convertirá en conductora del canal Utilísima.
Luz María Zetina Lugo, la primera en representar a México con el titulo de Nuestra Belleza en 1995, quien se convirtió en actriz, y formó parte del primer programa de comedia romántica tipo serie "Amor Mío", y que hoy se ha convertido en la consentida de varias marcas de renombre para ser su imagen, por ser una mamá ejemplar o luciendo su belleza.
Vanessa Guzmán (quien por cierto recibió la corona de manos de Luz), quien representó a México en 1996, quedando dentro de las seis finalistas, para después convertirse en actriz y conductora también. Actualmente, sorprende con su actuación en la serie de Argos y Cadena 3, "Infames", en la que da vida a una mujer sin escrúpulos, quien dirige la política nacional.
O quién puede olvidar a Jacqueline Bracamontes Van Hoorde, ganadora de Nuestra Belleza México 2000, quien a su regreso, inició su carrera televisiva en "Visión A.M.", a lado de la periodista Adela Micha, hasta encontrar su gran oportunidad en el mundo de las telenovelas con "Alegrijes y Rebujos" y, ya como una mujer casada, se distingue por ser la imagen viva de lo que significa ser una buena compradora en el supermercado.
Cierra el recuento la mujer que logró lo imposible, regresar en el 2010 la corona de la belleza máxima, Ximena Navarrete, quien por juegos del destino, también fue coronada en "La Ciudad del Pecado", como la mujer más bella del universo. La tapatía disfruta hoy de un contrato internacional de modelaje, y con Televisa pactó una serie de conducciones, como la que realizó en "América Celebra a 'Chespirito'" y debutará en televisión con el reality cultural "Made in Mexico".