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La escuela Kahlo

El sobrino de la mítica Frida, nos abrió las puertas de su casa de San Ángel para platicarnos del mundo de imágenes que lo rodea.
sáb 23 julio 2011 09:50 AM
El sobrino de la mítica Frida, nos abrió las puertas de su casa de San Ángel para platicarnos del mundo de imágenes que lo rodea.
guillermo El sobrino de la mítica Frida, nos abrió las puertas de su casa de San Ángel para platicarnos del mundo de imágenes que lo rodea. (Foto: Archivo Quién)

Guillermo Kahlo, con más de dos décadas haciendo retratos, entra a la docencia con los cursos que a partir de este mes impartirá en su estudio. El sobrino de la mítica Frida, nos abrió las puertas de su casa de San Ángel para platicarnos del mundo de imágenes que lo rodea.

¿Cómo te involucraste con la fotografía?

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Desde que tenía nueve años. La fotografía es una consecuencia de toda mi vida, y toda mi vida ha ido conduciendo a hacer imágenes.

¿Cuál fue tu primer trabajo profesional?

Fotografiar a Rufino Tamayo fue el primer trabajo que cobré en mi vida. La revista Vértigo me contrató para sacarlo en la portada. Nunca sabíamos qué fecha nos iba a dar Tamayo para tomarle la foto y yo acababa de salir de la universidad cuando me hablaron y me dijeron: "Listo, en tres horas tienes que estar en su casa". Yo no tenía equipo conmigo y lo conseguí de volada. Comenzamos a montar todo mientras él terminaba de trabajar, era muy disciplinado. Me llamó mucho la atención el estudio, era como si todos los lienzos enormes que había ahí estuvieran haciendo un juego con las figuras, y justo pensé en ese momento que la impresión que me daba era que Rufino estaba integrado con esos lienzos, y fue la forma en que hice la composición. Yo estaba nervioso.

¿Y le gustó a Tamayo?

Sí, sé que le gustó, pero él no era alguien muy afecto a las fotografías.

¿A qué otra personalidad te gustaría fotografiar?

A la próxima persona que llegue. Nunca he pensado en esos términos. Por ejemplo, Giorgio Armani sería un reto porque te da una misma pose que se repite en todas las fotos, y es que hay personas que están acostumbradas a la cámara.

Platícame más de la escuela que estás por abrir...

La idea es aproximar a las personas a la fotografía y que la sientan como algo del goce del vivir. Los talleres los voy a dar en mi estudio de foto ubicado en la colonia Cuauhtémoc. Creo que la foto es parte de la intensidad de vivir para alguien que le gusta y justo eso es lo que yo quisiera reflejar al dar clases.

¿Alguien te ha dicho que no quiere ser fotografiado?

Son pocas las veces que me han dicho que no. Un retrato empieza en cómo pides la foto, cómo la negocias y por qué te gusta. Idealmente una fotografía nunca se acaba en años y a veces empieza antes de lo que uno cree. Me di cuenta una vez que una persona me contrató para sacar fotos de sus hijos y me invitó a su casa. De repente apareció la niña más pequeña y me pareció preciosa, así que se lo dije. El día de la sesión, dos semanas después, la que más trabajo me costó fue esta pequeña porque sabía que yo estaba perdido por ella y tenía el control de la situación.

¿Cómo es un día a día?

Mis días terminan muy tarde, me duermo entre dos y tres de la madrugada. De hecho es en la noche la hora en que trabajo mejor porque hay menos ruido, no suena el teléfono y trabajar con mi computadora en la oscuridad es diferente a hacerlo en el día.

¿Te gusta que te tomen fotos?

Me encanta, no lo debería de admitir pero sí me encanta y entiendo a un fotógrafo perfectamente y lo que está sintiendo al hacer un trabajo.

Texto tomado de la edición 244 de la revista Quién.

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