El Shakespeare de los chocolates
Tienes dislexia, dyspraxia y dyscalculia, le dijeron a Louis en una escuela de las tantas que pisó durante su infancia. No entendía la razón de sus problemas, a él sólo le importaban sus dos grandes pasiones: la comida y los animales.
A los 11 años dejó definitivamente el colegio para tomar clases particulares. Su tía Jane, testigo de su dedicación en la cocina desde de los dos años, le pidió que le hiciera un pastel. Pasaron pocas semanas y ya tenía varios pedidos, incluso para una boda donde el banquetero, sorprendido, le encargó los postres para sus eventos siguientes.
Al niño chocolatero nada lo detenía: en 2006, se presentó con el mánager de una cadena de tiendas de autoservicio en Inglaterra (Waitrose, del estilo de City Market). Sin aspavientos, le dijo: "Hago chocolates en mi cocina, ¿quiere probarlos?" El mánager sólo se limitó a darle su tarjeta y le dijo que le llamara. "Cuando le hablé, me dijeron en un tono agresivo que si les gustaba el producto, sabría de ellos en ocho semanas y que si realmente les encantaba, entraría en la tienda dos años después". Louis se olvidó del tema pero a los pocos días recibió una llamada: "¿Puedes venir esta semana? Nunca antes habíamos visto algo así". Lo había logrado: A los 12 años ya vendía sus productos a grandes cadenas inglesas de alimentos.
Louis estableció Chokolit y, a partir de ese momento, fue considerado el entrepreneur más joven de Inglaterra. Actualmente su marca se distribuye en el Reino Unido, Europa del este y en Estados Unidos.
Ahora sus chocolates se venderán en nuestro país, en Liverpool. Además, su negocio tiene causa: las ventas de sus productos donarán un porcentaje a una fundación protectora de animales.
Texto tomado de la edición 242 de la revista Quién.