Rebecca de Alba está en su mejor momento
Son las cuatro de la mañana y una mujer alta, guapa, de piernas largas y sin gota de maquillaje camina con seguridad por los pasillos del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Los maleteros se espabilan, los otros viajeros apenas dan crédito y los empleados presentes a deshoras la siguen con la mirada. "Es Rebecca de Alba", susurran. Se registra y se sienta a esperar su salida. Le espera una ruta larga para ir de México a Miami y luego a Nassau. El capuchino light y unas revistas de moda aligeran la espera y dan una pausa para un viaje cansado. Pero Rebecca ya está acostumbrada a ese ritmo y hasta lo disfruta.
Desde los 17 años viaja sola. Su carrera la obligó a aprender a moverse. A estas alturas es lo que los viajeros de negocios llaman "una guerrera del camino".
Y va vestida para ello. Leggins negros, blusas de algodón delgaditas pero en capas, un suéter largo, un foulard amarrado en el cuello y unos flats negros que cumplen un doble papel: hacerla sentir cómoda y al mismo tiempo verse bien arreglada. Su bolsa de piel, marca Balenciaga, con parches de colores, es del tamaño exacto para lo que necesita a bordo. "Una vez se la vi a Claudia Schiffer", dice. Ahora la acompaña cada que viaja pues en ella carga sus documentos, la cartera y hasta nueces y barritas energéticas para ir picando. Algo que nunca falta: su BlackBerry, con la que guarda el registro de todo lo que ve. Le encanta retratar pies, letreros curiosos, animales... Además trae almacenadas múltiples fotos de cuando era chiquita, de sus amigos...
Y aunque es Rebecca de Alba, no se salva de que le retiren la botella de agua que recién compró antes de abordar.
"Ni hablar, al fin que agua hay en todas partes", dice, más por cooperación a las medidas de seguridad que por resignación.
A pesar de que la víspera sólo durmió hora y media, durante el vuelo a Miami no pegó pestaña. La agradable plática con su compañera de asiento y la lectura de Crisis, el libro escrito hace más de 10 años por una amiga suya, la mantuvo en vela. Las casi tres horas de escala en Miami las pasó muy divertida twitteando los detalles de su viaje a sus 53,358 seguidores. Una hora más de vuelo la pone en la isla de Nassau.
Es su primera vez en tan paradisíaco lugar. Mientras hace fila para pasar migración, el calipso, interpretado en vivo, le alegra el día.
El cadencioso ritmo caribeño le hace olvidar la desmañanada y el cansancio. Una foto más en su BlackBerry pero, qué lástima, ahí se quedará pues en Nassau no tiene señal. Adiós Twitter.
Una limusina verde botella ya espera para llevarla al espectacular hotel Atlantis, situado en Paradise Island. Cuarenta y cinco minutos más de viaje, ahora por tierra. Pero valen la pena, la hermosísima suite Malaquita en la torre Royal está lista para su llegada.
Desde ese momento las largas jornadas de trabajo serían su rutina inseparable. Fue durante la sesión de fotos que pudimos platicar con Rebecca; una entrevista rica, sabrosa, acompañada primero de un lindo atardecer y luego una refrescante lluvia. Mejor escenario no había.
Rebecca, afuera llueve, ¿qué tal la entrevista en un momento así?
Creo que es uno de los escenarios más bonitos para trabajar, pero uno de los más complicados en cuanto a cuestión técnica. Dependes mucho del clima, tienes que cuidar que el pelo no sea un desastre por la humedad o que el maquillaje no se te corra y que el vestuario sea el adecuado. No puedes echar mano de tantas cosas como en la ciudad. En la playa tienes todos los elementos naturales y te tienes que adaptar. Ser un elemento más, sumado a la palmera, el cielo, el agua... Entre menos cosas se vean, más bonitas las fotos.
Hace diez años, Quién y tú montaban un autobús en España para visitar el Museo de Ángeles de Lucía Bosé en Segovia. Era un momento profesional y personal de búsqueda.
Fue después de dejar el programa Un nuevo día. Era una etapa de mucha angustia, de mucha incertidumbre, de no saber si iba a continuar en la televisión o no. Fueron dos años muy difíciles y después volví a tomar vuelo, a nivel personal y anímico. Profesionalmente empezaron a suceder cosas. Me convertí durante varios años en conductora de eventos especiales que Televisa realizaba fuera de México. También me contrataron para conducir Miss Mundo 2000 con Jerry Springer. Entonces empezaron a llegar cosas.
Fue una etapa difícil pero aprendí a no forzar las cosas. Cuando los demás creen que es tu oportunidad de oro, para ti misma no lo es, no es tu momento. Aprendí a no precipitarme cuando tomaba decisiones.
Son más de 25 años de carrera. ¿Cómo te mantienes vigente?
No he dejado de trabajar y he seguido generando información a través de mi trabajo. Entonces la prensa está interesada y lo sigue porque sabe que soy consistente. No digo algo y no lo hago. Por ejemplo, la venta de la ropa (la que hace cada año con Frattina para apoyar la lucha contra el cáncer) ya va para el cuarto año y no es cosa de tres días organizarla, sino todo un año y la verdad ha sido un éxito total. Nos visitan más de mil mujeres en un par de días.
Vigente pero sin escándalos.
No está en mi naturaleza esa vena escandalosa. Soy de perfil bajo. Tengo una vida tranquila, paseo a mis perros en el parque y tengo un grupo de amigos perreros. Tengo una vida bastante normal, la más aburrida de todas para un medio amarillo porque voy al súper de siempre y todos ahí me conocen. Me encanta ir al mercado de Jamaica por mis flores o las compro en cualquier puesto. Me gusta esa normalidad y creo que si hubiera perdido eso, no sería la mujer que soy. Siempre he defendido mucho mi intimidad y sé que para mucha gente mi vida no es normal. Mi vida es diferente y tiene otro ritmo y tiene otra dinámica, pero no por eso no soy una mujer normal en ese sentido.
¿En qué momento de tu carrera estás?
En un momento sólido, de resultados. Ser constante y profesional me ha traído recompensas como conducir Project Runway Latinoamérica de Fashion TV. Además siento que las mujeres de mi edad estamos rompiendo con el estigma de que a tal edad ya no te van a llamar para este tipo de programas. Todas ellas están de regreso, haciendo campañas de publicidad. Creo que vivimos una era para la mujer madura, más que para la jovencita.
Por ejemplo, veo a Martha Debayle... o mujeres de mi edad. Las mujeres que ya entramos a la década de los 40 estamos anunciando productos de belleza, cremas, shampoos para las de 30 y 40. De pronto me encuentro a chavitas de veintipocos que me dicen: "Yo estoy usando la crema o el shampoo que anuncias" o "me pongo lo que tú te pones". Aunque mi estilo ha sido más bien clásico, hay cosas que para todas funcionan.
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