Alejandro González Iñárritu: `Me caigo muy bien´
En 1982, Alejandro se embarcó en el puerto de Tampico en un carguero que llegaría un mes después a Barcelona. Tenía 19 años. Para Iñárritu no sólo la experiencia de lavar pisos en aquel barco fue inolvidable, sino que llegar a la ciudad española y conocer otros lugares de Europa fue algo que marcó su vida, de tal manera, que casi treinta años después, decidió regresar, pero esta vez con una cámara en mano. Para este experimento contó con un colaborador de lujo, Javier Bardem.
Eran las nueve y media de la noche. El rostro de Alejandro reflejaba cansancio. El Negro, como le dicen sus amigos, nos recibió con un "¡Hola, ¿cómo están?", listo para presumirnos que su nuevo "bebé" ya había nacido.
Biutiful es un riesgo, pero el director ha decidido aceptarlo: "Sé qué hago cine para quienes les gustan mis películas. Aspirar a que mi trabajo sea delagrado de todos es una ilusión, es algo que nunca va a existir".
Después del éxito de sus tres primeros largometrajes Amores Perros (2000), 21 Gramos (2003) y Babel (2006), que le dio el premio a Mejor Director en Cannes, el realizador de 47 años decidió emprender camino hacia otro lado.
Plan maquiavélico
Su nuevo trabajo sería un filme íntimo, de un solo personaje, que fuera español. El resto del elenco serían actores poco conocidos, a pesar de las consecuencias que esto pudiera tener en taquilla. Definitivamente era un reto. Y así comenzó a nacer Biutiful que en palabras del cineasta es "un poema sórdido, un réquiem, una tragedia pura y dura que narra la caída libre de un personaje, es una tragedia que intenta dignamente mantener su verticalidad".
¿En qué momento pensaste en Javier Bardem para esta película?
Desde el origen Bardem era mi candidato. Tenía muchas ganas de trabajar con él y viceversa; cuando empecé a pensar en el personaje inmediatamente tenía la cara de Javier en mi mente.
¿Qué características viste en él?
Javier tiene un rostro que contiene la historia de la humanidad. La contradicción que hay en su fina sensibilidad y su delicado oficio, contrarrestado con su físico animal y primitivo, hace que tenga una belleza y una complejidad muy interesante, ideal para el personaje de Uxbal.
¿Qué te dijo Bardem cuando leyó el guión?
A Javier le costó trabajo entrar en el proyecto, creo que como buen actor se dio cuenta de que este personaje le demandaría muchas cosas, que sería de un alto costo emocional y físico. Una vez que se decidió, fue muy excitante, me sentí muy agradecido de que también compartiera este viaje que fue duro para los dos, pero muy satisfactorio.
¿Es complicado dirigir a celebridades del cine?
Es complejo sí, pero la autoridad no es porque eres el director, sino porque tienes el conocimiento y el punto de vista necesario para ganarte el respeto de la gente.
El hombre detrás de cámaras
¿Cómo te describirías?
Híjole, pregúntale mejor a mi esposa, ella tendría una visión más clara de mis cualidades y de mis defectos, que son muchos.
¿Qué defectos tienes?
¿Cuántas páginas tienes para escribir este artículo? Creo que tengo muchos defectos, pero a veces eso es lo que te hace crecer o caer. Soy profundamente analítico, autocrítico y obsesivo, perfeccionista y neurótico.
La neurosis es útil porque se puede convertir en un gran aliado, es una alerta que tenemos en la búsqueda de la perfección y precisión. Mis virtudes son mis grandes defectos. Hay una contradicción constante dentro de mí que crea esa estabilidad.
¿Te hace falta algo en tu vida?
Todavía estoy en una fase de empezar a explorar las infinitas posibilidades que hay de hacer cine. Siento que tengo mucho que aprender.
¿Te vamos a tener más en México?
La verdad es que depende de lo que venga. Ahorita acabo de dar a luz, estoy en una especie de post parto, adolorido. Estoy haciendo diferentes bautizos de mi hijo por todo el mundo. Una vez que retorne a la vida, entenderé a dónde voy, si quiero tener otro hijo, con quién y en dónde. En este momento quiero vaciarme para saber si tendré algo.
SEGUNDA PARTE DE LA ENTREVISTA "GONZÁLEZ IÑÁRRITU ANTES DEL CINE".