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Garden party a la mexicana

En el porfiriato, los jardines de los clubes y las mansiones se convirtieron en algunos de los espacios ideales para que la clase alta organizara sus festejos.
mié 19 mayo 2010 07:10 AM
En el porfiriato, los jardines de los clubes y las mansiones se convirtieron en algunos de los espacios ideales para que la clase alta organizara sus festejos.
Green party En el porfiriato, los jardines de los clubes y las mansiones se convirtieron en algunos de los espacios ideales para que la clase alta organizara sus festejos. (Foto: Especial)

BRAVO MÉXICO, LA FIESTA DEL BICENTENARIO

En el porfiriato, los jardines de los clubes y las mansiones se convirtieron en algunos de los espacios ideales para que la clase alta organizara sus festejos. Se daban las llamadas garden parties, un nuevo concepto de entretenimiento que provenía de la Inglaterra victoriana. Las mujeres, acompañadas de sus maridos, llegaban con vestidos elegantes de colores claros y sombreros de veraneo para ser recibidas en el jardín por los anfitriones durante el transcurso de la tarde. Se ponían sillas y mesitas para que pudieran disfrutar de los bocadillos, acompañados de un buen té. Asimismo, se colocaban tapetes que les permitían recostarse sobre el pasto y disfrutar de la convivencia. Después llegaba la hora del baile: las parejas se movían al aire libre, bajo el ritmo de la música que la orquesta tocaba. Si llovía, ¿la fiesta se acababa? De ninguna manera, el baile seguía en el interior del club o la mansión. Había salones que estaban preparados en el caso de que el clima cambiara abruptamente. Esto sucedió con la garden party que organizó el señor Manuel Romero Rubio, suegro de Porfirio Díaz, en su casa de Tacubaya. La cronista de sociales Fanny Natali de Testa, en una nota que realizó para el diario El Nacional, a finales del siglo XIX, relató que al caer la lluvia sobre el jardín de Romero Rubio, la fiesta se trasladó al salón de boliche. El espíritu festivo siguió vivo: la garden party era un éxito. Sin embargo, fuera del salón, seguía lloviendo para otros: crecía el descontento contra el porfiriato.

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