A la mesa con Santa Anna
![En 1839, el general, junto con su familia, recibió al primer embajador de España en el México independiente y a su mujer, la famosa Madame Calderón de la Barca, quien cuenta cómo fue el encuentro.](https://cdn-3.expansion.mx/dims4/default/0ce0a43/2147483647/strip/true/crop/290x422+0+0/resize/1200x1746!/format/webp/quality/60/?url=https%3A%2F%2Fcherry-brightspot.s3.amazonaws.com%2Fmedia%2F2010%2F04%2F14%2Fsantaanna.jpg)
BRAVO MÉXICO, LA FIESTA DEL BICENTENARIO
En 1839, el general Antonio López de Santa Anna, junto con su familia, recibió al primer embajador de España en el México independiente, y a su mujer, la famosa Madame Calderón de la Barca. La reunión tuvo lugar en la Hacienda Manga de Clavo, propiedad de Santa Anna en Veracruz. Al finalizar el encuentro, la esposa del embajador decidió escribir sus impresiones y las envió a sus familiares en Boston. Gracias a esta correspondencia, hoy podemos conocer un especie de reportaje de la casa de Santa Anna, como si hubiera aparecido en la revista Quién.
Al llegar los Calderón de la Barca a la hacienda, les dio la bienvenida una mujer alta y delgada, que usaba unos aretes de diamantes: era la esposa de Santa Anna, Inés García. Luego, les presentó a su hija, Guadalupe. Madame Calderón percibió a la hija de Santa Anna como un clon en miniatura de la madre. Finalmente, conocieron al papá de la niña.
Calderón de la Barca cuenta que Santa Anna era un hombre caballeroso y con buenos modales. Escribe que, aunque a veces se le notaba una expresión de angustia, al hablar de su pierna amputada, el General se mostraba calmado, tranquilo. Trataba bien a sus invitados.
Cuando llegó la hora del almuerzo, Santa Anna y su esposa los condujeron al comedor. Se sirvió el festín en la vajilla francesa en blanco y oro. Después de comer, recorrieron la hacienda con sus anfitriones. Madame Calderón notó que no había jardines como los que estaba acostumbrada a ver en Europa, a lo que el mítico general respondió: “Las leguas que me pertenecen son mi jardín”. Además de “jardines”, le faltaba modestia.