Hotel Brick el lugar más in de la Roma
El hotel Brick promete convertirse en uno de los nuevos place to be en la ciudad de México. Y no es para menos: esta antigua casona de la Roma es ahora un hotel boutique de cuatro pisos, que alberga 17 habitaciones, cuatro penthouses tipo loft con terraza privada, y tres suites, cada una con diseño único. Además, el lugar cuenta con servicios irresistibles, como un carril de nado de 25 metros, un atractivo spa, un gimnasio y un roofgarden en donde se pueden realizar actividades como yoga, meditación o thai chi. La idea surgió de la mente y visión de un grupo de inversionistas conocidos como Los Reyes de las Fincas, el cual está integrado por los arquitectos Nahim Dagdug, Ori Izbitzki y Dany Izbitzki, y el empresario Alejandro Toussieh. Ellos tuvieron el sueño de convertir una antigua casa en el hotel más chic de una de las colonias más cosmopolitas del DF, y Alejandro, con sus estudios en Economía y Filosofía, ha aportado otro ángulo al desarrollo del proyecto.
Un lugar que respira historia Al caminar entre las antiguas paredes de esta vieja construcción se siente un aire de nostalgia, lleno de tradición. "A este hotel lo envuelve todo un pasado que busca crear sensaciones y ser una experiencia de vida para nuestros huéspedes", nos comentó Alejandro Toussieh. Para empezar, hace muchísimos años este lugar ubicado en la calle de Orizaba fue una hacienda que perteneció a dos acaudalados señores: Echegaray y Calero Sierra. Tiempo después, fue transformada en una casa de estilo británico donde habitó el presidente del Banco de Londres en México. Mientras que "en el siglo XX fue hogar de un herrero, casa de citas -donde la madame se llamaba Olivia- y luego una cerrajería que llevaba el nombre de La Moderna", platica Jacqueline Benítez, encargada de las relaciones públicas del hotel.
De hecho, es tan valioso el pasado de esta casona y el valor de su construcción que fue declarada por el INBA como patrimonio cultural de México. Además de la edificación, también otros aspectos tienen su propia historia, por ejemplo, el nombre del hotel se debe a que la construcción original de la fachada está hecha de ladrillos (bricks, en inglés) traídos desde Inglaterra, incluso cada uno está numerado.
Toques de diseño en cada rincón Por dondequiera hay detalles que hacen de éste, un lugar único en la ciudad. De hecho, el interior está lleno de elementos británicos de gran tradición y de referencias a su cultura de la sastrería y los aparadores de la calle Savile Row. Por ello hay lámparas de maniquíes con cintas métricas, llaves antiguas que funcionan como interruptores de luz y candelabros en muchas áreas del hotel, entre otros curiosos objetos. Los cuartos, además, llevan nombres representativos de la colonia Roma. La suite principal se llama "La Romita", pues así se le conocía a la colonia debido a que el abundante paseo de árboles que la comunicaba con Chapultepec guardaba una particular semejanza con el paisaje de la zona arqueológica de Tívoli, en la capital italiana. Otra de las suites se llama W. Orrin, en honor a Edward Walter Orrin, uno de los fundadores de esta zona clásica de la ciudad, que a su vez era un reconocido cirquero y accionista de compañías fraccionadoras, quien a inicios del siglo XX tuvo la idea de adquirir los terrenos próximos a La Romita para crear una colonia autosuficiente. Las tres suites principales tienen techos de doble altura, sala de visitas, amplios baños con tinas estilo francés y otras comodidades.
Asimismo el concepto de sus restaurantes tiene conexión con el pasado. El bistró es conocido como Lonchería Olivia, recordando a la madame de la casa de citas, pero convertido en "un lugar estilo provenzal y casual que rinde tributo a los pequeños restaurantes que antes había en la Roma, nos platica Nahim, el arquitecto líder del proyecto. Por su parte, el otro restaurante, una brasserie bautizado como La Moderna, hace alusión a la cerrajería que antiguamente había ahí. En ella se ofrece comida francesa y mariscos con el mismo estilo relax que se disfruta en todo el lugar. En la parte baja del hotel se encuentra el bar, un lugar ecléctico de cortinas de terciopelo negro y sillones rosas ideal para tomar una copa con los amigos.
Siguiendo la tendencia actual que promueve el funcionamiento eco-friendly, cuenta con detalles que intentan contribuir con el cuidado del planeta: la madera de sus pisos y el papel son reciclados, las sábanas y toallas son de fibras de bambú, y el agua se reutiliza. El hotel Brick abrió sus puertas hace unos días y ya comienza a sonar como un lugar trendy de la ciudad de México. Así esta antigua pero renovada casona, parece estar dispuesta a escribir otro capítulo en su ya de por sí rica historia.