Despedida con claveles
En 1972 los Slim Domit cambiaron su residencia a las Lomas, donde nacieron las tres hijas de la pareja: Soumaya, Vanessa y Johanna, quienes estudiaban en el Colegio Del Bosque, mientras que los hombres lo hacían en el Irlandés. En esa época, la familia tenía una casa de campo por el Ajusco, en la que tenían caballos y a donde llevaban seguido a los niños a jugar. Carlos y Soumy educaron a sus seis hijos en los valores de unidad, honradez y sencillez. Incluso, las tres niñas dormían en un mismo cuarto y los tres hermanos en otro. “Creo que los eduqué bien, mucho con el ejemplo que veían en la casa. Los tratas de formar cuando son niños, ya después toman sus decisiones. Todos son muy maduros desde muy jóvenes. Cuando sacaban 10 les decía que a quién le habían copiado –bromea–. De su mamá aprendieron muchísimas cosas, mucho ejemplo, mucho amor, mucha ternura…”
Desgraciadamente, el destino tenía preparada para la pareja una mala jugada: cuando tenía 50 años, Soumaya Domit de Slim falleció a causa de una insuficiencia renal, un mal crónico hereditario que la hizo sufrir física y emocionalmente en la última etapa de su vida.
Para ese entonces, Carlos ya era dueño de Telmex y ella estaba dedicada a la filantropía; recibió por ello un sinfín de reconocimientos. Los últimos tres años en los que estuvo enferma fueron muy duros. Slim se dedicó en cuerpo y alma a buscar doctores y a investigar sobre la enfermedad que le arrancó la vida a su mujer y que a la fecha aqueja a otros miembros de la familia Domit. Cuando Soumy tenía alrededor de 30 años, su madre le donó un riñón; su padre, Antonio, y su hermano Pedro, fallecieron de lo mismo, y Lilo, otra de las hermanas, también recibió un riñón de su ex esposo. De la siguiente generación, el padecimiento más conocido ha sido el de Pato Slim Domit, el menor de los tres hijos hombres del Ingeniero, quien en 2008 necesitó un trasplante de riñón, que fue donado por su hermano Carlos. En vida, la misma Soumy se preocupó por promover la cultura de donación de órganos. A la par escribió una serie de manuales titulados La verdadera alegría es la tristeza superada, en los que se explicaban diversas enfermedades como la diabetes, la depresión y la insuficiencia renal. Éstos se regalaban en instituciones de salud. La ceremonia luctuosa de Soumaya se realizó en el domicilio de la familia. La misa fue oficiada por el mismo padre Maciel, por Onésimo Cepeda y por Sergio Cobo, hermano de Nacho. Una valla de personas con claveles en las manos despidieron a Soumaya cuando el cortejo fúnebre se dirigió al Panteón Francés. “Era una mujer en verdad preciosa –recuerda su hermana Lilo–. Tenía una gran capacidad de reírse y de gozar la vida aún en los momentos más difíciles. Creo que era una persona feliz aunque tenía sus broncas o momentos tristes como cualquier otra.”